"Ni vencedores ni vencidos". Con esa sentencia, casi aforística, el presidente electo uruguayo, José Mujica, le tendió ayer la mano a la oposición derrotada en los comicios y volvió a abrir la puerta de su Gobierno, que asumirá en marzo próximo, a los partidos tradicionales. El exguerrillero tupamaro, de 74 años, ganó la contienda con el 52,7% de los votos, según las cifras oficiales.

Fue proclamado en la noche del domingo, en medio de una lluvia torrencial. Delante de una multitud que no dejaba de saltar y bailar, llamó a olvidar los enconos de la campaña y mirar hacia delante. Hasta se dio el lujo de ponderar la figura de Luis Lacalle, su rival, al que le sacó casi 10 puntos, y lo había hostigado en las vísperas de la votación, agitando el fantasma del retorno de la violencia insurgente.

"Hay compatriotas que tienen tristeza. Y son hermanos nuestros. No cometamos el error de ofenderlos. Se lo dice, se lo ruega, un viejo luchador", señaló. En la mañana de ayer, profundizó en esa línea. "Tendremos que escuchar en primer término a aquellos que no concuerdan con nosotros, porque son una parte de la realidad".

Mujica se reunió ayer con el líder colorado, Pedro Bordaberry, nada menos que el hijo del primer dictador uruguayo. El encuentro fue protocolario, pero también dotado de una fuerte carga simbólica. En 1973, cuando Bordaberry tomó el poder con los militares, el futuro mandatario ya estaba en prisión.

FELICITACIONES En los próximos días, Mujica planea encontrarse con los dirigentes de los partidos Nacional e Independiente. El sucesor de Tabaré Vázquez gobernará con mayoría parlamentaria. No obstante, y en sintonía con sus discursos iniciales, planteará a la oposición llegar a acuerdos en temas como seguridad pública, medio ambiente, educación y energía.

Mujica recibió una lluvia de felicitaciones de los mandatarios americanos. Quizá el más efusivo de todos fue el brasileño Lula, quien le manifiestó su "alegría y emoción" por el triunfo.