Fumata negra para un nuevo Gobierno en Italia, después de un mes de las elecciones generales. Tras haber consultado durante dos días con todas las formaciones políticas, «ningún partido por sí solo dispone de los votos para formar un Gobierno», constató ayer Sergio Mattarella, el presidente de la República.

Por esta razón, la próxima semana comenzará una segunda ronda «para verificar si existe alguna posibilidad, que actualmente no existe» con el objetivo de formar un nuevo Ejecutivo, que, según explicó el jefe del Estado, deberá salir de manera «indispensable de un acuerdo entre coaliciones que cuenten con una mayoría en el Parlamento».

«Esta pausa me será útil también para reflexionar sobre lo que me han dicho los partidos», añadió Mattarella, según el cual también «las distintas formaciones deberán evaluar responsablemente alguna solución». «La partida de ajedrez prosigue», subrayaron varios comentaristas.

Al final de las consultas, la novedad es que los indignados del Movimiento 5 Estrellas (M5S), el partido más votado (32%), anunciaron, a través de su jefe político, Luigi Di Maio, que su partido ofrecerá un «contrato» de unos 10 puntos a dos fuerzas, en vistas de aliarse para formar un Gobierno. «Un contrato al estilo alemán», recalcó, en referencia al reciente pacto entre la CDU y la SPD.

«Nuestros interlocutores para el programa que proponemos son la Liga (ex Liga del Norte) y el Partido Demócrata (PD). Se trata de dos soluciones alternativas», añadió Di Maio, consciente de que no es lo mismo aliarse con un partido como la Liga, considerada como xenófoba y antieuropeísta, que con los progresistas del PD. «Nosotros no somos ni de derechas ni de izquierdas, por lo que podemos dialogar con aquellos que quieren realizar el programa y mejorar la vida de los italianos», afirmó.

La respuesta de Matteo Salvini, líder de la Liga, sobre la oferta de los indignados es que «si no se encuentra un acuerdo, no queda otra solución que volver a las urnas».