El presidente ruso, Dmitri Medvédev, anunció el jueves que Rusia y EEUU han "prácticamente" ultimado el tratado de desarme nuclear que sustituirá al Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START I por sus siglas en inglés) de 1991, que expiró el 5 de diciembre. El líder del Kremlin advirtió asimismo de que Rusia trabajará en nuevos misiles para modernizar sus obsoletos arsenales nucleares.

"Avanzamos muy rápido. Prácticamente lo hemos acordado todo", dijo Medvédev en una entrevista con los directores de tres canales nacionales de televisión en la que realizó un resumen del año. El líder del Kremlin destacó que sus "relaciones de confianza" con el presidente estadounidense, Barack Obama, fueron el factor clave para el avance.

DEBATES COMPLEJOS Los últimos debates con EEUU fueron complejos. "En algo nosotros hemos presionado a nuestros colegas; en otras cosas ellos nos presionaron a nosotros. Pero eso es normal para las negociaciones que determinarán las bases de nuestra coexistencia como principales potencias nucleares durante la próxima década", indicó. Medvédev explicó que no habrá prisa para firmar el nuevo documento porque no se trata de "un contrato entre dos cooperativas que se puede elaborar en 15 minutos". "Por eso, hay que pensar hasta en la última coma", sentenció.

El presidente anunció que la firma del tratado no significa que Rusia dejará de modernizar sus fuerzas nucleares. "Nuestro escudo nuclear siempre será eficaz y suficiente para defender nuestros intereses; continuaremos desarrollando nuevos sistemas, incluidos sistemas de entrega, es decir, los misiles. Este proceso será continuo", afirmó.

APLAZADA DOS VECES La firma del nuevo acuerdo de reducción de potenciales nucleares se aplazó ya dos veces. Estaba prevista para el pasado día 6, cuando vencía el anterior tratado START 1. Sin embargo, a causa de discrepancias entre Moscú y Washington, la aplazaron hasta la cumbre de Copenhague que se celebró el 18 y 19 de diciembre. Ahora altos funcionarios de los dos países indican finales de enero como nueva posible meta para la firma del documento.

La principal manzana de la discordia ha sido el desacuerdo sobre el número de portadores de las cabezas nucleares, que Obama y Medvédev acordaron en julio reducir hasta un máximo de entre 1.000 y 500 proyectiles. Rusia puso como tope 500, y rechazaba la cifra de 800 que defiende la delegación de EEUU.

Según el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, esa sugerencia de Washington contradice el objetivo de "garantizar una reducción lo más amplia posible". Además, Rusia quería evitar las inspecciones estadounidenses de las empresas donde se fabrican los misiles intercontinentales Bulavá y Tópol.