El reservista Charles Graner se reía mientras le torturaba, amenazó con matarle en más de una ocasión, le golpeó en una herida, le forzó a violar su fe obligándole a comer cerdo y a beber alcohol, y acompañó a otro soldado, que le orinó encima. Amin al Sheij, un hombre sirio que estuvo preso en Abú Graib, detalló ayer a través de un vídeo grabado el catálogo de horrores al que le sometió el soldado Graner, el primero de los militares juzgados en Estados Unidos por las torturas y abusos que se produjeron en la prisión bagdadí.

El testimonio se proyectó en la segunda sesión del juicio militar contra Graner que se celebra en Fort Hood (Tejas). En él, Al Sheij identifica al reservista de 36 años, que se enfrenta a una pena de hasta 17 años y medio de cárcel, como el "principal torturador de la prisión".

A preguntas de la defensa de Graner, que asegura que el reservista actuó siguiendo órdenes de agentes de espionaje militares y civiles, Al Sheij dijo que los agentes "Steve" y "Mikey" le dejaron claro que sería maltratado por Graner si no cooperaba.

Otros testigos fueron tres soldados implicados en las torturas, que se confesaron culpables y alcanzaron acuerdos para evitar sus juicios. Uno de ellos, Ivan Frederick, explicó que cuando preguntó a un agente de inteligencia cómo alterar el sueño a los presos la respuesta fue: "No me importa lo que hagas mientras no le mates". Frederick dijo que los mandos no sabían lo que se hacía a los presos y afirmó que no lo habrían aprobado.

El punto más repulsivo del juicio se produjo el lunes, cuando el defensor de Graner, Guy Womack, aseguró que las pirámides de presos y el uso de correas no son tortura. "¿No forman las animadoras de equipos deportivos pirámides en todo el país?", dijo el letrado. También afirmó que "algunos padres usan correas para controlar a sus bebés". "¿Es eso tortura?", preguntó.

El primero de los cuatro británicos acusados de abusos a civiles iraquís se enfrentó el lunes a un tribunal militar en Alemania, en una base británica.