Jeremy Sivits, policía militar de 24 años, se convirtió ayer en el primer condenado en un consejo de guerra por el escándalo de las torturas a presos iraquís. Sivits se declaró culpable de los cargos y admitió haber tomado fotografías de una pila de presos iraquís en posturas obscenas, antes de ser degradado y sentenciado a un año de prisión hasta su expulsión definitiva del Ejército de Estados Unidos, las penas más duras posibles. Otros tres militares, con acusaciones más graves, rehusaron declararse culpables y fueron convocados a comparecer ante el tribunal dentro de un mes, donde alegarán que seguían órdenes.

"Quiero pedir disculpas al pueblo iraquí y a los detenidos; debería haberlos protegido y no haber tomado esas fotos", dijo el ahora soldado raso Sivits, con lágrimas en los ojos. Sivits ha acordado con los fiscales declararse culpable y prestar testimonio contra sus compañeros en la prisión de Abú Graib en próximos juicios, lo que le probablemente le acarreará beneficios a la hora de cumplir su pena.

La acusación recalcó que Sivits sabía que lo que estaba realizando con los presos estaba prohibido por la Convención de Ginebra. Sivits, en un último intento por salir decoroso del juicio pidió al juez que le permitiera permanecer en las filas del Ejército estadounidense. Su petición fue desestimada.

El condenado realizó un exhaustivo recuento de lo que sucedió en la cárcel cuando fueron tomadas las fotos. Reconoció haber obligado a un prisionero a introducirse en una pila de reclusos amontonados sobre el suelo y haberlos fotografiado. "Vi a los detenidos tumbados en el suelo, con sus cabezas cubiertas por bolsas". También relató cómo otros militares golpeaban y maltrataban a los internos.

LA VERSION DE RUMSFELD El testimonio de Sivits encajó perfectamente en la versión de los hechos que ofrecen los responsables del estamento militar estadounidense, incluyendo al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que limitan el escándalo de los abusos a unos pocos soldados que actuaron por su cuenta.