El primer ministro belga, el democristiano flamenco Herman Van Rompuy, ha surgido como el candidato de consenso para convertirse en el primer presidente estable de la Unión Europea. Responde al criterio defendido por Alemania de pertenecer a un país mediano para evitar las acusaciones de directorio de los grandes y es un europeísta convencido. Además, Bélgica participa en todas las políticas europeas sin exclusiones y no provoca el rechazo de nadie.

Sin embargo, no todo juega a su favor. El principal obstáculo para su elección es que parece ser el único político belga capaz de asegurar la supervivencia del Gobierno federal en medio de las actuales tensiones regionales del país.