El primer ministro francés, Dominique de Villepin, se desplazó ayer, por primera vez, a uno de los barrios sensibles de Seine-Saint-Denis, en las afueras de París, para examinar sobre la situación de los suburbios. Villepin habló una hora con los habitantes de Aulnay-sous-Bois, constató "una crisis de sentido, referencias e identidad" y reafirmó su consigna de "firmeza y responsabilidad" frente a la violencia.

"Todos los que infrinjan las reglas deben ser sancionados", enfatizó el primer ministro francés al término de una visita a la Casa de la Empresa y del Empleo. Villepin declaró que las personas que "desean salir adelante, realizar sus proyectos o encontrar un trabajo" deben ser apoyadas, por lo que realizó un llamamiento a una movilización general "contra todas las discriminaciones".

2.838 DETENCIONES Con 215 vehículos quemados en todo el país en la noche del lunes --aproximadamente el doble de la media habitual en circunstancias normales-- la situación ha vuelto "casi" a la normalidad, informó ayer la policía. En total, 8.810 vehículos de todo tipo han sido pasto de las llamas desde el inicio de la crisis, el pasado día 27 (hubo 30.000 en los 10 primeros meses del año), y 2.838 personas han sido detenidas. Según Michel Gaudin, director de la policía, el 80% ya estaban fichados.

El jefe del Gobierno francés recibió también en Matignon a los responsables de los partidos políticos representados en el Parlamento para explicarles por qué ha decidido prolongar tres meses el estado de urgencia. A todos les recordó que "la paz civil no se ha impuesto absolutamente en todo el territorio" y que "es un medio importante de acción para las fuerzas del orden y de disuasión frente a los perturbadores".

Villepin recordó que el Gobierno puede poner fin "en todo momento" a la medida de excepción con otro decreto que también sometería a la aprobación del Parlamento.