Hasta cuatro veces logró hacerse con el mando del Gobierno holandés, y las cuatro veces no logró terminar el mandato con las siempre complicadas coaliciones con partidos muy diferentes, desde socialistas hasta liberales conservadores e incluso los populistas derechistas del asesinado Pim Fortuyn (que murió poco antes de las elecciones del 2002).

Jan-Peter Balkenende, primer ministro de los Países Bajos, encabezará mañana la lista de su partido, los democristianos del CDA, por quinta vez en unas elecciones generales, pero ya debe tener claro que sufrirá una derrota muy dolorosa en las urnas, perdiendo casi la mitad de los 41 escaños que posee ahora en un Parlamento de 150.

La CDA, con raíces profundas y un fiel electorado en la Holanda rural, casi siempre ha sido imprescindible a la hora de formar gobierno. Puede que esté también en el próximo Ejecutivo, pero ya no como la formación más grande.

BATALLA CLASICA Según apuntan las encuestas publicadas, la batalla electoral se centrará, en primer lugar, en una clásica batalla entre los conservadores (VVD) y los progresistas (PvdA). Los primeros llevan una pequeña ventaja y subirían de 21 a 36 escaños; sería la primera vez en la larga historia democrática de Holanda que los liberales de VVD, liderados por Mark Rutte, serían los más grandes y aspirarían a formar gobierno. Los socialdemócratas del PvdA, responsables de la caída del último Ejecutivo por su rechazo de continuar con militares en el frente de Afganistán, bajarían de 33 a 30 escaños. Aun así, su salida del Gobierno y la llegada del exalcalde de Amsterdam, Job Cohen, como candidato les han beneficiado, ya que hace tan solo medio año los socialdemócratas habían descendido en las encuestas a una veintena de escaños.