Después de seis meses de vacío de poder, Bélgica vuelve a tener un Gobierno, aunque sea de forma interina y solo para los próximos tres meses. El líder de los liberales flamencos y primer ministro, Guy Verhofstadt, juró ayer ante el rey Alberto II el cargo, al igual que lo hicieron los 13 ministros que integrarán el Gabinete que encabeza.

Verhofstadt abogó ante el Parlamento por relanzar el diálogo y facilitar la constitución de un Gobierno estable, y pidió un "nuevo pacto" entre flamencos y francófonos, a quienes exhortó a acabar con la "desconfianza recíproca".

El nuevo Gobierno tiene por delante la complicada tarea de aprobar un presupuesto atrasado y difícil de ajustar. Su formación pone fin, aunque sea de forma provisional, a la profunda crisis institucional surgida tras las elecciones legislativas del 10 de junio.

CONFLICTOS DE IDEAS En el Gabinete provisional, cuyo mandato expirará a finales del mes de marzo, el líder cristianodemócrata flamenco, Yves Lerterme, se convierte en viceprimer ministro. Junto a las dos formaciones flamencas, se integran en este Gobierno tres formaciones francófonas (los liberales, los cristianodemócratas y los socialistas).

"Por supuesto nuestro país no ha estado nunca exento de conflictos de ideas, valores o culturas. No es por casualidad que vivimos en el epicentro de la cultura europea", afirmó Verhofstadt ante el Parlamento. "Pero cuando los conflictos dejan desamparada a la población, la debilitan o incluso entrañan el riesgo de paralizarla, se debe optar por la vía que ha sido siempre el fundamento de la prosperidad belga: la vía del diálogo", añadió.

El primer ministro insistió en que, "a más tardar, el 23 de marzo" Leterme, vencedor de las elecciones, debe ser llamado a formar un Gobierno definitivo. Verhofstadt y sus ministros deberán recibir el voto de confianza del Parlamento mañana, a pesar de que sea domingo.