El segundo macroproceso contra opositores a la cúpula dirigente iraní arrancó ayer en Teherán con la presencia en el banquillo de los acusados de la joven ciudadana francesa Clotilde Reiss, una profesora de idiomas de la Universidad de Isfahán. La fiscalía acusa a Reiss de espionaje y de atentar contra la seguridad nacional, delitos que, bajo la ley islámica iraní, están castigados con la pena de muerte. El Gobierno francés ha calificado de "infundados" los cargos contra Reiss. El propio presidente Nicolas Sarkozy ha pedido su inmediata puesta en libertad.

CONFESION Según Irna, la agencia oficial de noticias iraní, Reiss ha admitido frente al tribunal que, durante las protestas por las polémicas elecciones presidenciales del pasado 12 de junio, que dieron la victoria al ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, "redactó un informe de una página sobre la situación en Isfahán" y que lo envió "a la sección cultural de la Embajada de Francia" en Teherán. "Acepto que fue un error y pido perdón al país, al pueblo y al tribunal de Irán. Espero que me perdonen", afirmó Reiss durante el juicio.

La profesora fue detenida el pasado 1 de julio en el aeropuerto internacional de Teherán cuando se disponía a abandonar el país. Desde entonces ha estado detenida en la prisión de Evin. "Estar en prisión es duro", señaló al tribunal, "pero los guardias y lo agentes encargados de los interrogatorios no se han comportado mal. No he tenido problemas en la cárcel".

Entre las decenas de juzgados ayer por el tribunal revolucionario de Teherán estaba también Nazak Afshar, empleada iraní de la Embajada de Francia en Irán. Según dijo a los jueces, los diplomáticos franceses dieron órdenes a sus empleados para que, en caso necesario, dieran "cobijo a los manifestantes" que desearan protegerse en la embajada.

A la declaración de Afshar se unió también la de otro empleado iraní, esta vez de la embajada británica. Se trata de Hosein Rasam, analista jefe de política, que fue detenido en junio junto a otros ocho empleados locales más de la embajada --que ya están en libertad-- por participar supuestamente en las manifestaciones de protesta en Teherán.

Rasam, sobre el que pesa una acusación de espionaje y de conspiración, confesó que había entregado información de las manifestaciones a Washington, según Irna. La agencia de noticias aseguró que Rasam "se disculpó ante la nación iraní y pidió al tribunal que lo perdonase", tal y como hizo Reiss.

A través de un portavoz, el Foring Office calificó de "escándalo" y de "disparate" el juicio contra Rasam y el resto de inculpados. "Deploramos estos juicios y las llamadas confesiones de los prisioneros, a quienes se les han negado sus derechos humanos básicos", dijo el portavoz.