Las organizaciones de ayuda humanitaria habían cifrado en 8.000 millones de dólares las necesidades en el 2018 para Siria, mientras los representantes europeos aspiraban a igualar al menos la cifra del año pasado, 6.000 millones. La segunda conferencia internacional de donantes que copreside la UE con Naciones Unidas solo ha logrado llegar a los 4.400 millones (3.600 millones de euros). Pese a la decepcionante cifra, ambas organizaciones han optado por ver el vaso medio lleno y poner el acento en los elementos de convergencia que deja el encuentro.

“Es un buen punto de partida. En un mundo ideal nos hubiera gustado recaudar más dinero, pero hay que ser realistas y fijar prioridades”, ha valorado Mark Lowcock, secretario general adjunto de la ONU para la ayuda humanitaria. El motivo de esta falta de generosidad es que “hay una serie de donantes importantes que no han podido confirmar su financiación para el 2018”. Este es el caso de Estados Unidos, que en los últimos años ha aportado más de 1.000 millones por año pero que podría empezar a cerrar el grifo.

Mesa de diálogo

Pese a este revés, Lowcock ha destacado la “generosa” aportación de países como Alemania o el Reino Unido -España aportará 8 millones- y confía en que el dinero continúe fluyendo, tal como ocurrió el año pasado, lo que permitió elevar al final del año el apoyo financiero hasta los 7.500 millones. Además de hablar de dinero, la cita ha servido para sentar a la misma mesa a representantes de 85 gobiernos y organizaciones con ideas muy distintas sobre cómo abordar y responder al conflicto que vive Siria desde hace más de siete años, y esto, a juicio de la alta representante para la política exterior de la UE, Federica Mogherini, ya es un pequeño triunfo.

“El que haya ministros de países que tienen serias dificultades entre ellos sentados a la misma mesa y que llegan a identificar algún denominador común ya es más que el 'no'”, ha explicado Mogherini, quien ha admitido que las diferencias “no han desaparecido en estas horas de discusiones” y que lo contrario “hubiera sido surrealista”. La alta representante, al igual que el enviado de la ONU, Staffan de Mistura, ha insistido en que la confrontación militar no es la solución y ha vuelto a pedir a Rusia e Irán que rebajen la tensión.