El motor franco-alemán vuelve a producir ideas y proyectos para profundizar en la integración europea. Ahí están las buenas noticias: la integración nunca ha avanzado sustantivamente sin la complicidad de su motor básico.

Lo malo es que los proyectos son vagos y retóricos: invocan el crecimiento y la necesidad de inversiones, pero sin concreciones ni compromisos. Deben leerse en clave interna de dos países que se saltan el pacto de estabilidad y parecen buscar el aplauso legitimador. Hay que esperar.