Andrei Lugovoi trabajó en el servicio de seguridad del presidente de Rusia tras el desmembramiento de la URSS en 1991. Gracias a sus contactos en el poder, a mediados de los 90 encabezó el servicio de seguridad de la televisión pública rusa, entonces controlada por el oligarca Boris Berezovski. En el 2001, cuando su patrón cayó en desgracia, fue a la cárcel. Tras salir de prisión, fundó una compañía privada de seguridad, además de prestar servicios de consultoría a empresas británicas con intereses en Rusia. El complejo currículo de Lugovoi, "casi amigo" de Berezovski y protegido del Kremlin, le ha creado una fama de ser un "agente doble".