Las protestas espontáneas contra el paro insurreccional que colapsa Venezuela se extendieron ayer por el país frente a escuelas, bancos y supermercados cerrados, mientras los más violentos seguidores del presidente Chávez aseguraban que impedirán la celebración del referendo consultivo sobre la continuidad del dirigente, el 2 de febrero. La escasez y los precios multiplicados desataron la ira popular, después de que los dirigentes de la revuelta anunciaran que el paro entró en una "segunda fase de intensidad".

"Esos carajos se creen que ya son presidentes", comentó un transeúnte. Los gritos y pequeñas manifestaciones parecían desmentir la encuesta opositora, que concluyó que el 62,8% de los venezolanos "está dispuesto a hacer un mayor sacrificio si se radicaliza el paro". Del barrio pobre del Petare bajaron centenares de habitantes para reivindicar: "Somos personas, no juguetes".