La sombra de las discutidas elecciones presidenciales mexicanas, pendientes de la decisión del Tribunal Electoral, oscureció también los comicios celebrados el domingo en Chiapas. Ayer, los candidatos de izquierda y de derecha se arrogaban el triunfo y se autoproclamaban gobernador en medio de acusaciones mutuas de irregularidades.

Escrutado el 94% de las mesas, los resultados oficiales provisionales le daban al candidato de la Coalición por el Bien de Todos, Juan Sabines, una exigua ventaja de 2.300 votos, o 20 centésimas de punto porcentual, sobre el aspirante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Aguilar, apoyado también por el Partido Acción Nacional (PAN).

Con el resultado aún en el aire, diversos analistas resaltaron que "lo poco que queda claro" es la "determinación del grupo gobernante de impedir cualquier triunfo electoral de las izquierdas agrupadas en la coalición Por el Bien de Todos". Así como "el nuevo matrimonio PRI-PAN" que se perfila para gobernar el país en el próximo sexenio.

Días atrás, el PAN aseguró que el triunfo de la coalición anunciado por las encuestas era un "riesgo de seguridad nacional" y apartó a su candidato para apoyar al del PRI. La polarización se reflejó en las urnas. Votó menos del 45% del electorado.

SIN DIFERENCIAS El Partido de la Revolución Democrática (PRD) ya gobernaba en Chiapas con otra coalición similar y, según los chiapanecos, el mandato de Pablo Salazar "apenas se ha diferenciado de los gobiernos priístas". Los retrasos históricos y económicos y la guerrilla zapatista siguen como distintivos del estado con más etnias mayas.

El domingo, los votantes de izquierda se concentraron festivamente en la plaza central de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado, mientras los de la derecha lo hicieron en el de La Marimba. Tanto Juan Sabines como José Antonio Aguilar gritaban: "Ya ganamos".