"¡Queremos saber qué pasó con nuestros hijos, hermanos o maridos! ¿Están vivos? Que los liberen. ¿Están muertos? Que nos digan quién los mató y cómo. Exigimos conocer dónde están sus cuerpos para poder darles una sepultura musulmana". Para Haj Ismail Mohamed, padre de un joven desaparecido y líder de la asociación local de familiares de desaparecidos en la región de Relizán, todas esas exigencias se resumen en una: "Queremos la verdad".

Desde hace años, todos los miércoles, familiares de desaparecidos llevan a cabo manifestaciones de protesta en todas las ciudades de Argelia. Emulando a las Madres de la Plaza de Mayo, luchan por conocer la suerte de los más de 7.000 argelinos que, tras ser detenidos por las fuerzas de seguridad por sus presuntas simpatías islamistas, desaparecieron para siempre.

Fosas comunes

Poco a poco, las familias van cosechando éxitos, sobre todo en Relizán. Allí, la asociación de Haj Ismail ha localizado y excavado fosas comunes. Con su lucha, han conseguido que el asunto sea una mancha en el expediente del régimen argelino a ojos de la comunidad internacional. Además, han acabado con el tabú que envolvía este asunto, uno de los episodios más dramáticos de la guerra civil que en los años 90 enfrentó al régimen militar con la guerrilla islamista y causó 150.000 muertos.

Prueba de ello es que, por vez primera, un responsable del régimen --en este caso, Faruk Ksentini, presidente de la comisión encargada de investigar las desapariciones-- admitió que las fuerzas de seguridad hicieron desaparecer al menos a 5.200 civiles que, tras interrogarlos, los ejecutaron y luego enterraron en fosas comunes. Esta afirmación desmonta la que hasta ahora era la versión oficial. Los responsables argelinos respondían siempre que esos individuos fueron liberados tras su detención y que si desaparecieron fue porque o se unieron al maquis islamista o emigraron.

Sin embargo, las palabras de Ksentini distan mucho de ser un mea culpa . "El Estado --dijo Ksentini-- no cometió ninguno de esos crímenes, sino que fueron agentes los que individualmente llevaron a cabo estos actos. Vivimos una guerra del tipo de los Jemeres Rojos. Se mataba sólo por matar".

Comprar el silencio

Para las familias, esas palabras no bastan y temen que haya una ley de punto final. "Vemos que el régimen pretende dar carpetazo a este asunto indemnizando a las familias para que no se hable más", clama Haj Ismail.

La gran preocupación de las familias es que Buteflika, como anunció en noviembre, saque a referendo una amnistía general que eximiría de persecuciones judiciales a los islamistas y a los militares responsables de desapariciones. Según la versión oficial, facilitaría la reconciliación nacional. Los observadores independientes no opinan así. "Es una amnistía orientada a garantizar el perdón a los militares asesinos, pues la guerrilla está casi desmantelada", dice un periodista.

Fuentes diplomáticas precisan la razón de la amnistía: "Es un intercambio de favores. Buteflika consiguió ganar las elecciones gracias a los militares, a los que prometió un futuro tranquilo".