Los electores rusos acuden hoy a las urnas para elegir al nuevo presidente que sustituirá en el Kremlin a Vladímir Putin. El resultado de los comicios, en los que participa un candidato oficialista y tres independientes, fue decidido mucho antes de la votación, cuando Putin, que goza de una gran popularidad entre los rusos, designó a su viejo protegido y viceprimer ministro, Dmitri Medvédev, de 42 años, como su sucesor en el poder.

El jefe del Kremlin deja el puesto, pero no afloja. Ya tiene garantizada la cartera del primer ministro. Nadie en Rusia duda de que, tras ser elegido presidente, Medvédev seguirá bajo la sombra de Putin perpetuando el curso de su patrón. El propio Putin ha declarado que la victoria de su protegido permitirá "formar una Administración robusta que llevará a cabo las mismas políticas".

El legado de Putin deja poca libertad a su heredero . Hoy, Putin y los servicios especiales son las dos marcas registradas que mejor se venden en un país que tan solo hace 17 años detestaba el legado del temeroso Stalin, que había puesto todo el país bajo control de los "chekisti" (agentes de los servicios especiales). Hay hasta líneas enteras de productos de alimentación que llevan en la etiqueta el nombre de Putin, así como la espada y el escudo (los símbolos del todopoderoso KGB).

POTENCIA MUNDIAL Putin nunca ocultó su afán de restablecer el papel de Rusia como una gran potencia mundial. El precio cada día más alto del petróleo ayudó al Kremlin a conseguir que el producto interior bruto (PIB) creciera en un 70% entre el 2000 y el 2007, mientras los ingresos reales se han duplicado. Los enormes recursos naturales también le permitieron silenciar a sus críticos en Occidente, así como plantar cara a EEUU amenazando con apuntar misiles a aquellos países de Europa del Este que alojen en su territorio el escudo nuclear de EEUU.