El primer ministro ruso, Vladímir Putin, rindió hoy tributo a las víctimas de las represiones estalinistas al depositar un ramo de flores en un monumento en memoria de los muertos en el campo de trabajo de Norilsk, en el norte de Siberia.

"Esto no se olvida", dijo Putin al reunirse con antiguos presos del campo, uno de los más terribles de todo el GULAG, según informan las agencias rusas.

Putin, que visitó el centro conmemorativo El Gólgota de Norilsk, reconoció el alto precio en vidas humanas que exigió el desarrollo de la región, donde las temperaturas pueden alcanzar los 60 grados bajo cero en invierno.

"Por una parte, es algo que el país necesita, pero, por otra, qué precio", dijo Putin, que no se sumó hasta octubre de 2007 a la condena pública de las represiones políticas soviéticas, cuyas víctimas rondaron los 30 millones de personas.

Al preguntar cuántas personas pasaron por el campo de Norilsk, uno de los activistas de la organización de defensa de las víctimas de las represiones le respondió: "Entre 300.000 y 500.000".

Putin, que calificó en su momento la caída de la URSS como la "mayor catástrofe geopolítica del siglo XX" y es criticado por encabezar una "neosovietización" de la sociedad rusa, recordó que en las represiones "se eliminó a la gente más preparada, la flor y nata de la nación".

"Estos crímenes no tienen ninguna justificación. En nuestro país ya se ha dado una clara valoración política, jurídica y moral a las maldades cometidas por el régimen totalitario. Y esta valoración no admite ninguna revisión", dijo.

La organización de derechos humanos Memorial cifra en 800.000 las víctimas de la represión política soviética que aún están con vida en Rusia, cifra que incluye a los niños que perdieron a sus padres.

"Represaliados se pueden considerar hasta 30 millones. Centenares de miles de personas durante el mandato de Stalin fueron condenados por infringir la disciplina laboral", dijo Arseni Roguinski, director de Memorial.

La represión política fue especialmente terrible durante el mandato de Stalin -unos cinco millones de personas fueron condenadas entre 1922 y 1953-, pero ésta no se interrumpió a su muerte pese a la amnistía general decretada por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).