El terrorismo islámico radical de Al Qaeda volvió a realizar ayer una nueva demostración de su poderío destructor. Coincidiendo con la visita del presidente de EEUU, George Bush, a Londres, dos atentados suicidas contra el consulado de Gran Bretaña en Estambul y contra una sucursal del banco HSBC causaron al menos 27 muertos, más de 450 heridos y numerosos desaparecidos. El doble ataque fue calcado al perpetrado el sábado contra dos sinagogas, en el que perdieron la vida 25 personas.

Bastaron sólo cinco minutos --el tiempo transcurrido entre los dos ataques-- para que una apacible mañana en Estambul se viera convertida en un infierno. Primero, una camioneta roja presuntamente conducida por un suicida hizo explosión frente a la sede del banco HSBC, en el barrio de negocios de Levent. Casi sin tiempo para reaccionar, otra furgoneta de color verde estalló en el interior del mismo recinto consular británico, en el barrio histórico de Beyoglu. Ambos distritos están situados en la orilla europea del Bósforo.

UN CRATER DE DOS METROS La segunda explosión fue la más potente. El cráter de dos metros de profundidad y de tres metros de largo, junto con una decena de coches completamente calcinados y un montón de escombros, eran pocas horas después del atentado el testimonio silencioso de la gran potencia de la deflagración.

El cónsul británico, Roger Short, diplomático de carrera y exembajador en Bulgaria, se encuentra entre las 15 víctimas mortales del atentado en el consulado. Su cadáver fue recuperado de entre los escombros de su oficina. En la sede del HSBC murieron otras 12 personas. Hubo más de 450 heridos.

Fuentes diplomáticas informaron de que no hay españoles entre las víctimas pese a la proximidad del consulado británico al Instituto Cervantes, que fue evacuado. La zona es una de las más turísticas de la ciudad, con lo que no se descarta que haya extranjeros entre las víctimas, además de los británicos. También el consulado español se encuentra a 700 metros de la sucursal del HSBC atacada.

Un comunicante que dijo hablar en nombre de Al Qaeda y el grupo radical Frente Islámico de Combatientes del Gran Oriente (FCIGO) se atribuyó la autoría de los atentados. "Estos ataques son una acción conjunta de FCIGO y Al Qaeda. Nuestros ataques contra objetivos masónicos continuarán. Los musulmanes no están solos", dijo la voz anónima en una llamada a la agencia Anatolia. El FCIGO ya se atribuyó los atentados contra las sinagogas, pero entonces, las autoridades no dieron credibilidad a la llamada. Este grupo radical suní está formado por células autónomas y sin jerarquía. La mayor parte de sus dirigentes, entre ellos su comandante en jefe Salih Izit Erdis, están encarcelados.

EL MISMO METODO El ministro turco de Justicia, Cemil Cikek, estableció paralelismos entre los dos ataques. "Parece que el método utilizado la semana pasada ha servido también en estos acontecimientos", subrayó. Su homólogo de Exteriores, Abdulá Gul, no dudó en subrayar que su país se enfrenta a una "campaña terrorista organizada". "Mucha gente inocente ha muerto", subrayó el jefe de la diplomacia.

El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, afirmó que "Turquía será como un puño" (frente al terrorismo) y reconoció que pudo haber "deficiencias" en el trabajo de los servicios secretos.

Las medidas de seguridad se redoblaron en torno a las sedes diplomáticas en Turquía, aunque el consulado estadounidense en Estambul optó por cerrar directamente sus puertas al público. Algunos colegios extranjeros en Ankara, como el alemán, suspendieron las clases. El HSBC también cerró todas sus oficinas en Turquía, para "proteger la seguridad de sus empleados y clientes".

El ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, era esperado anoche en Estambul, donde también se está pendiente de la llegada de 16 agentes de la sección antiterrorista de Scotland Yard para colaborar con las autoridades turcas en la investigación de los atentados.

LA FUERZA DE LA OTAN Y coincidiendo con esta escalada terrorista, la localidad turca de Doganbey fue el escenario en el que el embrión de la Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF) realizó el ejercicio bautizado como Respuesta Aliada 031, que simuló una intervención en una península imaginaria amenazada por organizaciones terroristas.