La célula de Al Qaeda en Arabia Saudí cumplió con sus amenazas. Un comunicado en una página web islamista anunció ayer tarde la decapitación del ingeniero norteamericano Paul Marshall, después de que las autoridades de Riad se negaran a cumplir con la exigencias de liberar a los presos de la organización de Osama bin Laden recluidos en las cárceles saudís. "Es un acto de venganza para restañar las heridas de los creyentes en Palestina, Afganistán, Irak y la Península Arábiga", rezaba la declaración.

Los ataques contra intereses occidentales en Arabia Saudí se han intensificado después de que la organización de Bin Laden prometiera que el 2004 sería un año "sangriento y miserable" para el reino saudí. El presidente de EEUU, George Bush, dijo que no había "justificación alguna para este asesinato a sangre fría". "No intimidarán a América", concluyó.

LLAMADA DEL IMAN DE LA MECA Los extremistas hicieron caso omiso del llamamiento del jeque Saleh bin Abdulá al Homeid, imán de la mezquita de La Meca, el lugar más santo para los musulmanes, quien llegó a citar varios versículos del Corán en los que se prohíbe a los fieles musulmanes agredir a los seguidores de religiones monoteístas.

El comunicado en el que se anunciaba el asesinato de Marshall estaba acompañado por tres fotos. Una de ellas mostraba la cabeza separada del cuerpo apoyada sobre la espalda de la víctima y con un cuchillo en el lugar que debía ocupar el rostro. Todo ello, en medio de un enorme charco de sangre. El cuerpo de Marshall fue hallado en el barrio de Mowansiya, al este de Riad

Las imágenes de Marshall dieron la vuelta al mundo el pasado miércoles. Con los ojos vendados, la organización terrorista mostró a su víctima y planteó su exigencia de que en 72 horas debían ser liberados todos los presos de Al Qaeda en el reino saudí. Era la primera ocasión en que los activistas de Al Qaeda en Arabia Saudí recurrían al secuestro de occidentales, una táctica que ya había empleado la célula del grupo terrorista en Irak, liderada por Abú Musab al Zarqaui. Johnson trabajaba para Lockheed Martin, compañía que manufactura armamento para helicópteros militares de EEUU.

"Hemos cumplido nuestra promesa y matado al rehén Paul Marshall después de que expirara el plazo... les hemos hecho sentir algo del sufrimiento de los musulmanes a los que se ataca con helicópteros Apache y sus misiles", aseguró el comunicado, antes de añadir: "Dios mediante, continuaremos la lucha contra los enemigos de Dios".

15.000 AGENTES MOVILIZADOS Las autoridades saudís no habían reaccionado a primera hora de la noche al anuncio de la muerte de Marshall. Más de 15.000 agentes de las fuerzas de seguridad habían sido movilizados y habían llegado a llamar a los vecinos puerta a puerta en barrios de la capital saudí considerados bastiones de los extremistas de Al Qaeda.