Las autoridades marroquís militarizaron ayer Alhucemas para impedir que el descontento de los habitantes de esta región enturbie la visita que tiene previsto realizar hoy el rey Mohamed VI. Cientos de policías y antidisturbios, fueron desplegados en esta localidad rifeña, a donde llegaron también tres enormes camiones cargados con miles de vallas metálicas que fueron colocadas a lo largo del recorrido por el que debía pasar el monarca.

Las autoridades locales querían atajar la posibilidad de que el rey sufriera un desplante de los vecinos de Alhucemas, descontentos ante la desastrosa gestión de la crisis humanitaria.

CERRAR EL PASO Para evitar incidentes, centenares de agentes fueron desplegados en los accesos a la ciudad para cerrar el paso a los descontentos procedentes de regiones rurales. De hecho, el único enfrentamiento violento entre los habitantes y las fuerzas del orden se produjo durante una carga policial en Aydir contra unos vecinos que querían manifestarse en Alhucemas para exigir más ayuda.

Las protestas cada vez más políticas han sembrado la inquietud en el régimen y han desviado la atención a las movedizas arenas de la rivalidad entre bereberes y árabes, aunque está todavía por ver si el descontento se impondrá al espíritu feudal de sumisión que impera en la sociedad marroquí y que podría hacer que el rey fuera finalmente aclamado en su recorrido.

El descontento ha perdido gas, ya que, desde el jueves, la ayuda se distribuye de forma más organizada. Por las carreteras de la provincia circulan decenas de camiones con alimentos y tiendas de campaña. Con todo, siguen produciéndose saqueos de remolques con ayuda humanitaria. En Alhucemas, prefieren dormir en la calle pese a que sus casas están en pie. Roban las tiendas de campaña y privan de ellas a los pueblos, cuyas viviendas sí se han desplomado.

SIN AYUDA Cuatro días después de la tragedia, en la región de Alhucemas aún quedaban ayer aldeas siniestradas sin recibir ayuda de las autoridades. Un equipo de la ONG española Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL), que lleva varios días distribuyendo ayuda en Ait Kamra, llegó a Aghzar, donde todas las viviendas se habían hundido. Sus habitantes enterraron a los siete muertos, pero quedaba una veintena de heridos sin atención médica.