Los enfrentamientos entre las tropas libanesas y las decenas de milicianos del grupo extremista suní que aún resisten en el campo de refugiados de Nahar al Bared se reanudaron hoy con una gran intensidad.

Después de la violenta jornada de ayer, y tras una calma relativa durante la noche, de nuevo los cañonazos y ametralladoras despertaron a los cerca de 4.000 civiles que, según la ONU, permanecen en el campo, el más grande del norte del país y situado junto a la ciudad de Trípoli.

El ejército ha hecho uso de forma intermitente de la artillería pesada que tiene desplegada en torno al campo, pero de nuevo han predominado los combates cuerpo a cuerpo por las estrechas callejuelas de Nahar al Bared.

El humo provocado por los obuses cubre en estos momentos la zona norte del campo, el lugar donde siguen atrincherados los milicianos desde que, el pasado 20 de mayo, comenzaron las hostilidades.

Según fuentes en el interior de Nahar al Bared, se calcula que los radicales que mantienen la resistencia apenas sobrepasan el medio centenar, aunque están muy bien preparados y todavía disponen de armamento para aguantar más tiempo. Sin embargo, en los últimos días se ha comprobado cómo su arsenal se ha ido reduciendo, y ahora está supuestamente limitado a armas ligeras y cohetes antitanques.

Asimismo, los medios libaneses informaron hoy de la detención de seis presuntos miembros de Fatah al Islam en una vivienda cercana a Trípoli, propiedad de una mujer palestina.