Cuando falta un mes para el primer aniversario de los disturbios en los suburbios de París, la situación vuelve a ser explosiva. Ante el repunte de la violencia, la tensión ha aflorado también entre los poderes públicos. La judicatura cargó ayer contra el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, por haberla emprendido el miércoles contra un juzgado de la zona, al que acusó de "laxitud" frente a la delincuencia.

Los altos representantes de la judicatura reprocharon en bloque las palabras del ministro. El presidente del Tribunal de Casación (equivalente al Tribunal Supremo español), Guy Canivet, las calificó de "nuevo atentado a la independencia de la autoridad judicial". Canivet expresó así el malestar de los jueces y acusó a Sarkozy de "debilitar el crédito de la justicia y la autoridad del Estado". Hoy será recibido por el presidente de la República, Jaques Chirac, que intentará reconducir la crisis.

REINCIDENCIA Al titular de Interior y virtual candidato de la derecha a las presidenciales del 2007 se le fue la mano al acusar al juzgado de Bobigni de "debilidad ante los multirreincidentes y los menores". No era la primera vez que culpaba a los magistrados de laxitud. De ahí la indignación de los magistrados.

Las declaraciones de Sarkozy estuvieron motivadas por la indignación ante la brutal paliza que propinó una banda de jóvenes a dos policías antidisturbios, también en la conurbación de París. Tras visitar a los agentes, el ministro acudió a la prefectura de Seine-Saint-Denis, donde se iniciaron los graves disturbios que hace un año tuvieron a Francia en vilo durante casi dos meses. El prefecto, Jean-Fran§ois Cordet, ha alertado del peligroso incremento de la violencia.

Al salir de la reunión, Sarkozy expresó su sentimiento de impotencia en la lucha contra la delincuencia arremetiendo contra el juzgado. "Los franceses saben que digo la verdad", se justificó ayer el titular de Interior.