La dirección del gobernante Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) hizo ayer un llamamiento a sus diputados para que cierren filas en torno al plan económico con el que el canciller Gerhard Schröder busca enderezar la maltrecha economía alemana.

Tras una reunión a la que no asistió Schröder (presidente del partido), el secretario general, Olaf Scholz, dijo que los diputados deben apoyar "de forma imperativa" y "sin condiciones" las reformas que propone el Gobierno. La orden llegó justo después de conocerse que 20 diputados del SPD y ocho de su socio de coalición, el partido de Los Verdes , dijeran que iban a votar en contra.

Los opositores creen que la iniciativa del Gobierno exige sacrificios a los sectores más débiles de la sociedad y que, encima, no sirven para superar la crisis.

Scholz dijo que, hasta la votación, "todos apoyarán los necesarios cambios". El Gobierno tiene en el parlamento una débil mayoría de cuatro votos.

Tras conocerse las declaraciones de Scholz, Schröder anunció, por su parte, que llevará a cabo nuevas y urgentes negociaciones con los sindicatos con el fin de sacar adelante su impopular paquete de reformas.

El canciller se reunirá hoy con Michael Sommer, presidente de la poderosa Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), que rechaza tajantemente la modificación del Estado de Bienestar, que los empresarios consideran como el principal obstáculo para el crecimiento de la economía.

Los partidos cristianos de oposición (CDU/CSU) consideran que las medidas se quedan cortas. Ambos ofrecieron su apoyo al Gobierno, pero señalaron que la coalición de centroizquierda debe demostrar antes "si posee fuerza parlamentaria para efectuar los cambios prometidos".