Esto no ha terminado. Este es el mensaje que la oposición iraní trata de difundir, aprovechando cualquier resquicio en el muro levantado por el régimen. Más de dos meses después de la última protesta, una marea verde (el color de la campaña del líder reformista Mirhusein Musavi) tiñó de nuevo ayer las calles del centro de Teherán con la excusa de una manifestación propalestina. El desenlace, el de siempre: la policía antidisturbios y los milicianos basijs repartiendo estopa.

El último viernes del mes sagrado del Ramadán, Irán celebra desde hace 30 años el Día de Jerusalén, instaurado por el ayatolá Jomeini. Cada año se convoca en Teherán una manifestación contra Israel y de apoyo a la causa palestina. Pero esta vez, y a pesar de las advertencias del régimen, la marcha se convirtió en un clamor de decenas de miles de reformistas --mayoría absoluta en la concentración, con sus banderas y símbolos verdes y dedos en V de victoria-- contra la reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad, acusado de fraude electoral. "Mentiroso, ¿dónde está tu 64%?", coreaba la multitud, en alusión al porcentaje de votos atribuido al dirigente ultraconservador en los comicios del pasado mes de junio.

PIEDRAS Y BOTELLAS Los manifestantes trataron de dirigirse a la Universidad de Teherán para asistir al sermón de la oración del viernes, que marca la pauta política del país. Pero la policía y los basijs lo evitaron con contundencia y respondieron con un generoso despliegue de material antidisturbios a las piedras y botellas lanzadas por los opositores. Fuentes de la oposición hablaban de un número indeterminado de heridos y detenidos, y dieron cuenta también de detenciones en otras ciudades, como Tabriz (norte) e Isfahán (sur).

Por su parte, los seguidores de Ahmadineyad rodearon a varias figuras reformistas, como el antiguo candidato presidencial Mehdi Karrubi y el expresidente Mohamed Jatamí quien, ante la pasividad policial, tuvo que ser protegido por sus partidarios para evitar una agresión. Aun así, hubo empujones y su turbante rodó por el suelo. También el vehículo de Musavi tuvo que abandonar la zona tras ser apedreado, informó la agencia Irna.

Mientras, el presidente Ahmadineyad levantaba nuevas ampollas en Occidente con otro de sus llameantes discursos, pronunciado en la Universidad de Teherán. El dirigente ultraconservador celebró el Día de Jerusalén negando de nuevo el Holocausto judío e instando a las naciones del mundo, y en especial a las de la región, a levantarse contra Israel porque su sola existencia las "pone en peligro" y es "un insulto a la dignidad de los pueblos".

"El régimen sionista es un símbolo de mentiras y decepción, que se funda en actitudes colonialistas", sostuvo Ahmadineyad, por lo que contenerlo es un "principio humanitario" y la comunidad internacional tiene la "obligación" de asumir sus responsabilidades frente a él para asegurar la paz global. "Ellos los occidentales lanzaron el mito del Holocausto. Mintieron. Si el Holocausto es verdad, ¿por qué no ofrecen pruebas?", se preguntó el presidente iraní ante sus fieles, que se desgañitaban gritando "muerte a Israel".

Las palabras de Ahmadineyad desataron el habitual reguero de condenas, iniciado en Londres, donde el ministro de Exteriores, David Miliband, las tachó de "repugnantes". Se estima que 6 millones de judíos fueron exterminados por los nazis en la segunda guerra mundial (1939-45).

INCERTIDUMBRE Mientras el centro de Teherán hervía, el presidente iraní también se acordó de los reformistas, de quienes dijo que están "al final de su camino". Sin embargo, el movimiento de contestación popular desatado por las denuncias de fraude electoral demostró ayer que, pese a todos los reveses, mantiene la capacidad de tomar la calle, algo sin precedente desde la Revolución islámica de 1979.