Un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma, dijo Winston Churchill de la Unión Soviética. La fórmula queda escasa para Corea del Norte, un cuerpo extraño en la era de internet y la globalización. Para investigarlo no escasean recursos ni esfuerzos. Estados Unidos aporta satélites, barcos y aviones espía. En tierra, repartidos entre Corea del Sur, China y EEUU, quedan los norcoreólogos, docenas de académicos, investigadores y exfuncionarios del Estado. Y, por supuesto, los espías. El resultado es mísero.

El reciente congreso del Partido de los Trabajadores, el primero en 44 años, también fue excepcional para los que escudriñan con la minuciosidad del entomólogo borrosos planos de satélite para seguir su programa nuclear o fotos lejanas para pontificar sobre la salud de Kim Jong-Il. El cónclave oficializó el relevo de la dictadura a favor de Kim Jong-Un, tercer vástago de Kim Jong-Il y corolario del fracaso del gremio.

SOLO UNA FOTO De él se desconoce incluso su edad exacta. Antes de que se emprendiera su culto a la personalidad, la prensa global repetía la misma foto. No había otra que la tomada por Kenji Fujimoto, excocinero japonés de palacio que muchos años después de huir es todavía la fuente más fiable. El aclaró que el heredero era una fotocopia física y temperamental de su padre y dio la clave sucesoria revelando que su hermano era "una niñita" a ojos de su padre.

Asumen los expertos que las predicciones son tan fiables como una moneda al aire. La leyenda arranca en 1950 con las tropas norteñas invadiendo el sur y sorprendiendo a los servicios de espionaje.

Los aciertos no han mejorado. La administración Clinton retrasaba en 1994 la firma de un acuerdo porque sus informantes prometían un inminente colapso del régimen. De las grandes hambrunas de principios de los 90 se supo mucho más tarde. Los rumores en la frontera no siempre son acertados. Los desertores tampoco son fiables, por su lógica visión extrema. Las fugas han sido escasas en el núcleo duro que concentra poder e información.

La prensa ha matado media docena de veces al tirano, por accidente de tráfico, ataque al corazón o atentado. Esa habitual caricatura de Kim Jong-Il como un payaso adicto a la pornografía y al coñac confirma que se ignora todo sobre él.