"Muchos de los que han perdido familiares en la catástrofe no te dicen que han perdido a su hermano o a su hijo, sino que hablan de que tienen tantos cadáveres en su familia". Margriet Blaauw, médico holandesa de la Cruz Roja que dirige los trabajos de rehabilitación psicosocial de los supervivientes en Sri Lanka, explica la reacción de miles de personas.

"Con este lenguaje, más propio de los medios de comunicación, lo que demuestran es que no quieren reconocer realmente lo que ha pasado", señala Blaauw. "Es un mecanismo muy habitual de defensa de las personas ante las situaciones que nos provocan mucho dolor", añade.

Después de analizar y evaluar diversos aspectos de la ayuda material que debe llegar a las personas que vivieron las terribles escenas del tsunami, también empieza a plantearse cómo se puede asistir a esos supervivientes a rehacer su vida, teniendo en cuenta el trauma que ha supuesto para ellos.

La Cruz Roja Internacional ya ha alertado de las consecuencias y Blaauw ha realizado un recorrido de varios días por casi todas las zonas afectadas. Su misión consiste en evaluar la situación y empezar a trabajar cuanto antes en los aspectos psicológicos y sociales de la rehabilitación de los damnificados.

Síntomas postraumáticos

"Muchos de ellos tienen fuertes dolores de cabeza, terribles faltas de concentración y pesadillas", puntualiza Blaauw. "Es normal; cualquiera que pasara por una experiencia similar tendría síntomas parecidos".

El equipo de Médicos sin Fronteras también explica que en los primeros días tras el desastre, y aún hoy, muchos desplazados se dirigen a ellos para pedirles medicamentos contra el dolor que sienten por todo el cuerpo, sensación que se debe en realidad a la enorme tensión acumulada desde la tragedia del 26 de diciembre. Incluso les llegan a pedir antidepresivos.

Pero tanto para los psicólogos de la Cruz Roja como para las asociaciones profesionales de psiquiatras de Sri Lanka, lo más importante es que las personas que ahora están en campos de acogida puedan volver a ejercer actividades lo antes posible. "Sobre todo los hombres; estaban acostumbrados a ser los que llevaban el pan a casa y se sienten muy mal si no pueden hacer nada por su familia. Todos están muy avergonzados de tener que pedir comida", explica la doctora Blaauw.

Una de las propuestas de la Cruz Roja es que se incluya inmediatamente a hombres y mujeres en tareas de organización de los propios campos, y en trabajos de limpieza y rehabilitación. "Los alojados en monasterios budistas llevan ventaja, porque los monjes desde el primer día asignaron a los desplazados tareas en el templo. De esta manera, las personas se sienten menos dañadas en su dignidad", añade esta profesional, que ha trabajado en desastres como el terremoto de Bam (Irán) o los conflictos étnicos en Timor Oriental.

La tragedia provocada por el maremoto se ha cebado especialmente en la población infantil. Se estima que un tercio de los fallecidos eran niños, pero los que han sobrevivido tendrán muchos problemas para seguir con su desarrollo normal. Muchos tendrán problemas para volver al colegio en condiciones normales después de la catástrofe. "Queremos trabajar con los profesores para asesorarlos sobre cómo deben afrontar la situación", afirman desde la Cruz Roja.

Trabajo a largo plazo

Otro aspecto que se quiere reforzar es que la opinión pública y la población no afectada directamente por el tsunami entiendan qué están pasando los damnificados y que no los estigmaticen. La doctora Blaauw prevé un trabajo a largo plazo para que la mayoría pueda rehacer sus vidas, aunque añade un argumento para la esperanza: "Las personas somos más resistentes de lo que creemos y somos muy capaces de ayudarnos a nosotras mismas".