"Sabía que me iban a fusilar, por eso hice este esfuerzo". A los 55 años y extremadamente débil, el excongresista Oscar Tulio Lizcano dejó ayer atrás sus ocho años de rehén de las FARC. Para eso tuvo que huir durante tres noches por la espesa selva del departamento del Chocó, en el noreste colombiano. Fue encontrado por la Brigada XIV del Ejército. La presión militar acabó minando a los guerrilleros que lo tenían cautivo: ocho murieron y otros seis fueron capturados. Lizcano no escapó solo: le ayudó Isaza , su carcelero. "El tuvo la valentía de salir conmigo", dijo. Francia anunció ayer mismo que concederá a Isaza asilo político.

Lizcano, dirigente del Partido Conservador, fue capturado en agosto del 2000. Era el rehén más veterano de los tres políticos que quedaban entre los 28 prisioneros canjeables en manos de las FARC. Las Fuerzas Armadas lo buscaban desde hace cinco meses. Las tareas de inteligencia permitieron impedir la movilidad a los captores. Con el cerco, desertó un guerrillero y, se dijo, aportó información fundamental. En ese momento, la policía y el Ejército comenzaron a evaluar la posibilidad de lanzar una operación de rescate.

"Quiero dar ánimo a los otros secuestrados: si yo hice esto, ellos también pueden", dijo Lizcano en su primer contacto con la prensa antes de ser llevado a un hospital en Cali. Llevaba aún las botas y la camiseta embarradas. En abril se había conocido su última prueba de vida. "Soy un barco a la deriva que me hundo con las luces prendidas", le decía en un vídeo a su esposa, Martha. Lizcano aparecía rodeado de cuatro guerrilleros casi adolescentes, con fusiles y una bandera de Colombia al fondo. "Han sido ocho años de mucho sufrimiento", dijo ayer ella. "Casualmente anoche soñé que mi papá llegaba hoy", aseguró su hijo, Juan Carlos. "No se imaginan el choque que representa estar secuestrado de una forma infame y de la noche a la mañana encontrarse en libertad. La asistencia psicológica es prioritaria", reclamó el exsenador Luis Eladio Pérez, quien también fue rehén de las FARC.

El Gobierno colombiano vuelve a asestar un duro golpe a una guerrilla en la que las deserciones se están convirtiendo en moneda corriente este año, desde el ataque en el que murió su número dos, Raúl Reyes. Luego le tocó a otro miembro de la dirección, Ivan Ríos, a manos de sus hombres. En mayo se conoció el fallecimiento del líder del grupo armado, Manuel Marulanda Tirofijo .

Ingrid Betancourt, rehén de las FARC que fue rescatada por el Ejército el 2 de julio, expresó su emoción por la libertad de Lizcano. "Es la mejor noticia. Gracias a Dios por este regalo", dijo Betancourt, que redobló su llamamiento a los colombianos a participar en la marcha del 28 de noviembre para exigir el regreso de todos los secuestrados.

LOS PROBLEMAS DE URIBE La buena nueva sobre Lizcano le llegó al presidente del país, Alvaro Uribe, pocas horas después de admitir la participación del Ejército en el asesinato de 11 jóvenes a los que se hizo pasar por guerrilleros caídos en combate. Pero, además, el mandatario tiene otros problemas. Ayer esperaba reunirse en Cali con los líderes de una movilización de 40.000 indígenas que exigen el fin de violencia y la devolución de tierras ancestrales. Y en Bogotá le esperan los coletazos del escándalo por un supuesto espionaje a dirigentes de la oposición.