Las dos rehenes italianas que estuvieron 21 días secuestradas en Irak temieron por su vida hasta el último momento. "El miedo a ser asesinadas estuvo presente todo el tiempo, hasta el momento en que nos subimos al avión", explicó ayer Simona Torretta, durante la rueda de prensa que ofreció en Roma con su compañera, Simona Pari.

Las jóvenes explicaron que los primeros días fueron los más duros y cansados, pero que, más tarde, los secuestradores cambiaron de actitud y les llevaron jabón y libros sobre el islam. Durante su cautiverio, no escucharon la radio ni vieron la televisión. "Eso nos dio serenidad", dijo Torretta. Las dos voluntarias de la ONG Un puente para Bagdad insistieron en que sus captores nunca las tocaron.

En Roma, ayer se levantó una nueva polvareda por las declaraciones del comisario especial de la Cruz Roja italiana, Mauricio Scelli, en las que aseguró que los secuestradores creyeron que las jóvenes eran espías al servicio de EEUU porque hallaron sus nombres en una lista.

Esta revelación se suma a la controversia sobre el supuesto pago de un rescate. Los Verdes piden que el Ejecutivo explique "toda la verdad".