La tibieza con la que las autoridades de Yemen han afrontado la presencia de milicianos de Al Qaeda hace recordar la relativa tolerancia de que han disfrutado los yihadistas hasta fecha reciente en otro rincón de Asia, concretamente en el oeste de Pakistán. Según recoge Ginny Hill, los yihadistas veteranos que regresaron en los 90 de Afganistán "llegaron a un pacto con los servicios de seguridad: libertad de movimientos a cambio de la promesa de buen comportamiento dentro de las fronteras".

Este acuerdo tácito comenzó a romperse en 2006 cuando 23 extremistas lograron escaparse de una prisión de alta seguridad. Luego, vinieron los atentados contra un convoy de turistas españoles --en el que murieron ocho de ellos-- y las explosiones ante la Embajada de EEUU en el 2008, que hicieron que Saná se tomara la amenaza en serio. "El Gobierno ha recuperado la confianza de la comunidad internacional y ha demostrado una voluntad seria de combatir el terrorismo", proclama Abdalá Gorab.