Sólo se comunica con la prensa a través de un teléfono satélite cuyo número cambia cada pocos días. Aunque no hay imágenes suyas, el nuevo portavoz de los talibanes, Abdulatif Hakimi, contacta a menudo con agencias y televisiones, demostrando cómo los talibanes han dejado de ser un movimiento en desbandada para reorganizar sus fuerzas y poder intentar de nuevo el asalto al poder en Afganistán.

Tanto es así que los talibanes tienen sus propias cifras sobre la participación en las elecciones afganas del domingo. Según anunció Hakimi, sólo cuatro millones de personas votaron. "Agradecemos al pueblo afgano su rechazo a esa pantomima", dijo Hakimi en un ejercicio de propaganda para mostrar que los talibanes tuvieron éxito en su boicot a la consulta, algo que rechaza la ONU, que señala que hubo 6,6 millones de votantes.

El hostigamiento talibán al proceso electoral ha hecho saltar las alarmas sobre la renovada capacidad de actuación de ese grupo integrista, que tiene su retaguardia en las zonas tribales de Pakistán. Allí, el Gobierno paquistaní ha amenazado con represalias a algunas tribus, especialmente a los Ahmedzai Wazir, por su apoyo a los talibanes.

Día tras día, los ataques se han sucedido. El 20 de septiembre, en la provincia de Oruzgán, los talibanes interceptaron un vehículo y ejecutaron a los siete ocupantes al descubrir que llevaban las acreditaciones de voto.

No han sido los únicos. Siete candidatos fueron asesinados, hay otro desaparecido y 300 retiraron su candidatura por las amenazas. Los candidatos que no se arredraron estuvieron en el punto de mira.

Lo peor de todo es que días tan negros como el 20 de septiembre se llevan viviendo en Afganistán desde hace meses. Unas 1.100 personas han muerto en el 2005, que es ya el año más sangriento desde que, en el 2001, los bombardeos de EEUU desalojaron al régimen talibán del mulá Omar por dar protección a Osama bin Laden y a Al Qaeda.

Los españoles, objetivo

Los talibanes, tras huir, empezaron a mostrar signos de recuperación en la primavera del 2002. Desde entonces, la violencia se ha disparado y la influencia del Gobierno no pasa de la capital. Hakimi anunció la decisión de los talibanes de intensificar la ofensiva "en el sureste" y dijo que, en breve, empezarán los ataques "en el norte y este del país". Allí están las tropas españolas, calificadas por Hakimi como "tercer objetivo, después de estadounidenses y británicos".

El movimiento talibán sigue liderado por el mulá Omar, el clérigo tuerto que dejó en evidencia a las tropas estadounidenses al escapar de Kandahar en moto y que reapareció en el 2003 en una grabación en la que incitaba a la lucha.

Los talibanes han conseguido que, proporcionalmente al número de soldados desplegados, la misión en Afganistán sea para Estados Unidos más mortífera que la de Irak. Si en Irak muere uno de cada 256 soldados, en territorio afgano fallece uno de cada 243.