En Washington se sienten aún algunos efectos políticos del tiroteo del pasado día 8 en Tucson que sumió al país en una reflexión sobre el tono del discurso político en el país, pero el enfrentamiento profundo entre republicanos y demócratas se mantiene. Este miércoles los conservadores, con su recién estrenada mayoría en la Cámara baja, votan para revocar la ley de reforma sanitaria de Barack Obama. Se trata de un gesto simbólico pues no cuentan con votos suficientes para ratificar esa revocación en el Senado. Y aunque el debate de esa iniciativa legislativa que se inició ayer martes en el Congreso dejaba muestras de cierta contención en el tono, el fondo sigue siendo uno de dos visiones radicalmente polarizadas.

Donde los demócratas defienden que la reforma sanitaria aprobada el año pasado tras un intenso debate político y social reducirá el déficit federal, promoverá la creación de empleo y reducirá los costes médicos para individuos y familias, los republicanos aseguran que pasará todo lo contrario en los tres terrenos. Y aunque ayer muchos conservadores evitaban incluso el nombre con el que habían bautizado antes del atentado de Tucson su iniciativa legislativa ­-"Revocar la Ley de Sanidad que mata empleos"­-, mantenían, más allá de la semántica, su brutal oposición a una ley que, en palabras del congresista Paul Ryan, "acelera el camino del país hacia la bancarrota".

ARGUMENTOS DISPARES

Los argumentos que barajan unos y otros no podían ser más dispares. Los demócratas, por ejemplo, aseguran que la reforma ayudará a crear 300.000 empleos mientras que los republicanos están convencidos de que destruirá 1,6 millones de puestos de trabajo, en su mayoría en pequeñas empresas. Y aunque ayer mismo la Oficina de Presupuesto del Congreso alertó de que revocar la ley añadiría más de 170.000 millones al décifit federal entre el 2012 y el 2021, los republicanos despreciaban esos cálculos. Acusaban también al Departamento de Salud de manipulación política por publicar un estudio según el cual 129 millones de estadounidenses tienen condiciones médicas previas, una de las razones por las que las aseguradoras han rechazado hasta ahora a clientes o han impuesto desorbitadas pólizas.

Pese a la polarización respecto a la reforma, el propio presidente emitió ayer un comunicado mostrándose "dispuesto a y ansioso por trabajar con demócratas y republicanos para mejorar la ley" aprobada el año pasado. No obstante, advertía también: "No podemos ir hacia atrás".

Según una encuesta de CNN publicada ayer el 45% de los votantes están a favor de la ley mientras que un 50% la rechaza, prácticamente los mismos porcentajes en que se dividen en ese sondeo quienes quieren que se mantenga (42%) y quienes preferirían que se revocara (50%).