Ocho años de George Bush dejaron en la política exterior de EEUU muchas huellas. Una de ellas es una doctrina que podría llamarse de al enemigo ni agua, ni siquiera el saludo. Por eso, en EEUU la imagen de Barack Obama saludando a Hugo Chávez y diciéndose mutuamente "amigos" ha llamado la atención por novedosa y ha originado inevitables críticas desde la derecha política y mediática. "Creo que fue irresponsable por parte del presidente que se le viera riendo y bromeando con Chávez", dijo John Ensign, senador republicano por Nevada.

En la misma línea fue otro peso pesado republicano, el expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, quien cree que Obama le dio al presidente venezolano una impagable arma propagandística. "Los enemigos de EEUU van a usar la foto de Chávez sonriendo con el presidente como prueba de que Chávez es legítimo, aceptable", dijo. En la prensa conservadora, Obama también recibió críticas. "Obama dejó pasar una oportunidad impagable de defender la libertad", escribía en The Wall Street Journal Mary Anastasia O´Grady, que en la misma columna calificaba de "insulto al pueblo estadounidense" el libro que Chávez regaló a Obama.

Antes de regresar a Washington, en la rueda de prensa posterior a la Cumbre de las Américas, Obama defendió su actitud y afirmó que las elecciones que ganó fueron la prueba de que la política de no saludar a los líderes de los países que no están en la misma línea de EEUU "no tiene ningún sentido".

POCOS RESULTADOS La forma con la que Obama enfocó su primera gran cita continental en Trinidad y Tobago --"escuchar y aprender", en palabras de sus asesores-- es coherente con la política exterior que ha llevado a cabo su Administración en estos casi 100 días en el poder. Se trata, en palabras del principal asesor político del presidente, David Axelrod, de sembrar hoy para recoger mañana: "Plantas, cultivas y recoges. Con el tiempo, las semillas que hemos plantado van a ser muy valiosas".

El inconveniente para Obama es que las crónicas de sus viajes exteriores hablan de gestos estadounidenses y de una gran popularidad del presidente entre sus colegas, pero de pocos resultados tangibles.