Tras el derrocamiento y huida ayer del presidente de Kirguizistán, Askar Akáyev, la victoriosa Revolución de los Tulipanes afronta el reto de restablecer el orden y la legitimidad en esta república exsoviética de Asia Central. El Parlamento de Kirguizistán, reunido en sesión extraordinaria, nombró a su hasta ahora presidente, Ishengbay Kadirbékov, jefe de Estado interino y designó un Gobierno en funciones integrado por los líderes de la oposición

La Cámara decidió que las funciones del gabinete de ministros las cumplirá el Consejo Coordinador de Unidad Popular (CCUP), el hasta ahora gobierno paralelo de la oposición.

La rebelión popular liderada por la oposición, que denunciaba fraude en las recientes elecciones parlamentarias y exigía la dimisión del presidente, tomó ayer la sede del Gobierno en Bishkek y proclamó el fin del "régimen corrupto" y del "clan familiar" de Akáyev.

"Akáyev ha quedado, de hecho, apartado del poder", declaró a Efe Edil Baisálov, presidente de la coalición Por la Democracia y la Sociedad Civil, una de las principales fuerzas de la Revolución de los Tulipanes, como se conoce a la sublevación.