Ayer, apenas 24 horas después de que el Gobierno tunecino ordenara cerrar indefinidamente los centros de enseñanza y el presidente Zine el Abidine Ben Alí interviniera de nuevo por televisión para intentar calmar los encendidos ánimos, las peores protestas que ha padecido Túnez en más de dos décadas, lejos de remitir, crecieron en intensidad e incluso llegaron por vez primera a los suburbios de la capital tunecina. Según un sindicato, cinco decenas de personas han perdido la vida desde el inicio de las manifestaciones, una cifra que el Gobierno desmintió categóricamente y redujo a 21.

LA TENSION Ettadamen, localidad de la periferia de Túnez situada a una decena de kilómetros del centro de la ciudad, contenía anoche el aliento. Las barricadas seccionaban las principales vías de tráfico y corrillos de jóvenes se formaban por doquier, aparentemente a la espera de atacar, observados de cerca por miembros de las fuerzas de seguridad. El humo de los gases lacrimógenos invadía la atmósfera y algunos botes hasta llegaron a caer dentro de una vivienda, después de que los revoltosos lanzaran piedras a los agentes y destruyeran comercios.

Era esta la primera ocasión en que las protestas, que se iniciaron a mediados de diciembre después de que un joven estudiante intentara suicidarse a lo bonzo para protestar por la falta de trabajo, la corrupción y el clientelismo de las autoridades, se extendían a los alrededores de la capital tunecina, que hasta este momento vivía relativamente al margen de las revueltas.

Kasserine, ciudad de tamaño medio a tiro de piedra de la frontera argelina, ha sido hasta la fecha el escenario de los enfrentamientos más sangrientos. "El fin de semana fui a recoger a mi hija, estudiante, a Kasserine. No tenía medio de transporte para regresar a Túnez; la ciudad está destrozada", rememora Sadok, taxista de profesión. Sadok Mahmodi, dirigente de la rama regional de la Unión General de Trabajadores de Túnez, describió telefónicamente a la agencia France Presse el apocalíptico panorama de la localidad, con manifestaciones nocturnas y hasta disparos de francotiradores. "En Kasserine reina el caos después de una noche de violencias, de disparos de francotiradores, pillaje y robos de comercios y viviendas por agentes policiales vestidos de paisano". Mahmodi, citando una fuente hospitalaria local, denunció que la cifra de muertos "supera la cincuentena".

Las autoridades, aparentemente desbordadas por los acontecimientos, están respondiendo a la oleada de manifestaciones mezclando represión, censura y desmentidos con algunos aparentes gestos de buena voluntad.

Los pasillos de la Agencia Tunecina de Comunicación Exterior, el departamento encargado de gestionar las relaciones con los periodistas extranjeros, registraban una ferviente actividad, con funcionarios yendo y viniendo para tramitar unos permisos de viaje hasta las localidades donde se han producido el grueso de los incidentes, al tiempo que un centenar de reporteros tunecinos se congregaban en la sede del sindicato para protestar por la restricción informativa.

TRABAS El acceso a cuentas de correo yahoo era imposible, aparentemente por trabas impuestas desde el interior del país, ya que fuera de Túnez funcionaban normalmente. Interior informó de que cuatro civiles más murieron ayer, lo que eleva la cifra de fallecidos a una veintena.