El rey belga, Alberto II, mantuvo ayer un maratón de reuniones con los líderes de los distintos partidos políticos de la coalición gubernamental democristiana-liberal-socialis-ta para intentar restablecer un clima de confianza que permita reanudar las negociaciones sobre el futuro político y lingüístico de la periferia de Bruselas, y evitar así la caída del Gobierno federal. El monarca, que también se reunió con los partidos de la oposición, tiene previsto continuar hoy esos contactos y recibir a los representantes de la patronal y los sindicatos.

El rey tiene de margen hasta el lunes por la mañana, cuando los dirigentes de los partidos se reunen en el Parlamento federal para fijar la agenda de la semana. Si no hay perspectiva de acuerdo sobre la escisión del distrito electoral de Bruselas-Hal-Vilvoorde (BHV), los partidos flamencos parecen dispuestos a intentar imponer un voto en el hemiciclo el 29 de abril, que forzaría la escisión con su mayoría parlamentaria.

RIESGOS La imposición de la medida por parte de la mayoría flamenca contra la minoría francófona probablemente desencadenaría una crisis institucional y de régimen de imprevisibles consecuencias. Los liberales flamencos (VLD) indicaron que podrían aceptar una ultimísima ronda de negociaciones, pero con el límite del jueves para votar la escisión si no hay acuerdo. Los francófonos rechazaron ultimátums.