Punto y final a 240 años de monarquía en Nepal. Pese a que la declaración oficial de la República se llevó a cabo el pasado 28 de mayo, no fue hasta ayer cuando el depuesto rey Gyanendra, de 60 años, abandonó el imponente palacio real de Narayanhiti, que será convertido en museo.

El monarca se marchó del palacio en limusina, por las calles atestadas de ciudadanos concentrados para vivir el momento histórico. Muchos gritaron consignas en su contra, intercalados con vítores a la república. Antes de salir, Gyanendra, que ya entregó la corona y el cetro de la dinastía al Gobierno, apuntó en una multitudinaria rueda de prensa que respeta la abolición de la monarquía y su deseo es quedarse en el país para continuar trabajando en "beneficio" del pueblo nepalí.

La jornada de ayer fue el colofón a un largo proceso de paz que puso fin, en noviembre del 2006, a diez años de guerra entre el Gobierno y la guerrilla maoísta. Tras firmar la paz con los maoístas, los partidos parlamentarios acordaron, en diciembre del 2007, que la monarquía sería abolida por una asamblea que se elegiría al año siguiente.