Todo el mundo sabía que el momento iba a llegar, pero parece que nadie estuviera preparado. Desde el lunes, cuando se anunció que un enfermo Fidel Castro cedía temporalmente el poder a su hermano Raúl, no ha habido desde La Habana ninguna noticia significativa y ninguna aparición relevante. Nada ni nadie da pistas sobre el futuro político de la isla, más allá de algunas declaraciones que aseguran la continuidad del régimen y la evolución favorable de Castro. En Washington tampoco se ha pasado de mensajes generalistas.

Si Washington habla de "momento de cambio", La Habana responde "continuidad". Si la Casa Blanca rechaza la idea de "sucesión", Cuba dice que es "transición" lo que no entra en su vocabulario. Entre los dos gobiernos se reabre la guerra dialéctica.

El viernes, la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, quiso "hablar directamente al pueblo cubano" a través de un comunicado emitido por Radio y Televisión Martí, que transmiten desde Miami en español. Rice dijo que, "ahora más que nunca, todos los cubanos deben saber que no tienen un mejor amigo que EEUU", mostró su apoyo "a todos los que desean un cambio democrático pacífico" y animó a los isleños "a trabajar en casa por un cambio positivo".

DESDE LA ISLA En Cuba, Abel Prieto, responsable cultural, respondió a Rice. "Condoleezza sabe que nadie en Cuba escuchará su mensaje, que procede de una responsable de un Gobierno extranjero que no tiene ningún valor para los cubanos", dijo.

Por su parte, Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea, dijo ayer que Fidel Castro está "perfectamente consciente". "Ni está dormido, ni sedado; puede hablar", precisó Alarcón.