De forma inesperada, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, aterrizó ayer en Bagdad, en un momento crítico para la alianza militar ocupante en Irak, con ataques casi diarios contra las tropas norteamericanas y atentados destinados a desestabilizar el país. En la capital iraquí, Rumsfeld expresó su deseo de que haya nuevos países que envíen tropas a Irak para participar en una fuerza multinacional, cuyo mando "quedará en manos de las fuerzas estadounidenses y británicas", insistió.

Rumsfeld admitió la necesidad de más tropas para lograr garantizar la seguridad en Irak pero sobre todo dio a entender su disposición a contar con las milicias armadas de las principales fuerzas políticas iraquís que se opusieron al régimen de Sadam a la hora de estabilizar Irak. "Lo importante es ir hacia una gran fuerza iraquí", dijo.

Tras el atentado contra el Hotel Canal de Bagdad, la Unión Patriótica del Kurdistán se mostró dispuesta a colaborar "en la tarea de resolver los problemas de seguridad" pero recordó que "el maestro debe escuchar al sirviente" en esta relación de colaboración. Tras la masacre de Nayaf, la principal fuerza política shií, la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII) planteó la exigencia de asumir su propia seguridad ante la incapacidad de Estados Unidos de poner orden.