Un receptor oculto en una piedra falsa, un rincón recóndito en un parque de Moscú y un agente del espionaje británico. Las fantasmas de la guerra fría reaparecieron ayer en la capital rusa, después de que el Servicio Federal de Seguridad (FSB, ex-KGB) acusara de espiar contra Rusia a cuatro diplomáticos de la embajada británica en Moscú, en el marco de la crisis más grave entre los dos servicios secretos tras la caída de la URSS en 1991.

Según el FSB, los cuatro ciudadanos británicos han sido sorprendidos en actividades de espionaje, así como en la financiación de varias organizaciones no gubernamentales (ONG) en territorio ruso. "Lo importante es que los hemos cogido con las manos en la masa cuando contactaban con su agente ruso, y en la financiación de varias ONG", dijo el portavoz del FBS, Serguei Ignatchenko, en una rueda de prensa ante medios de prensa occidentales.

DECISION POLITICA El portavoz del FSB explicó que la decisión de expulsar o no a los acusados de espionaje "será adoptada a nivel político". Las autoridades británicas desmintieron las acusaciones y las ONG rusas acusaron al Kremlin de un intento de "comprometerlas" ante la opinión pública. Rusia aprobó hace poco una ley para controlar la financiación de las ONG, criticada como represiva por Occidente.

Los detalles de la investigación evocan recuerdos de las películas de James Bond. Según Ignatchenko, el FSB consiguió incautarse de un inaudito aparato electrónico con el que los británicos se comunicaban con su agente, un ciudadano ruso, el único que ha sido detenido. Con ayuda del artificio inalámbrico de transmisión y recepción de datos, oculto en una piedra en un parque, grababan y extraían información pasando a 25 metros con un ordenador de bolsillo. Según el FSB, los agentes rusos confiscaron uno de estos artefactos, colocados en varios "sectores" de Moscú. "Nos ha costado detectarlo, porque el tiempo de transmisión es sólo de dos segundos", afirmó Ignatchenko.

Los primeros datos sobre la operación del FSB para desenmascarar a los agentes secretos británicos aparecieron el domingo por la noche en un programa especial de la televisión pública Rossyia. Se citaron cuatro nombres de diplomáticos, entre ellos el de Marc Doe, segundo secretario, quien, según la cadena, fue quien se llevó una de las piedras, que no funcionaba.

Tanto Ignatchenko como la televisión rusa subrayaron que Doe estaba a cargo del trabajo con las ONG y de su financiación. La firma del diplomático aparece en varias transferencias efectuadas por la embajada británica a las ONG rusas. El Grupo Helsinki de Moscú recibió 23.000 libras (33.800 euros, al cambio actual) en el 2004. El FSB ha descubierto pagos de grandes cantidades en efectivo.

CAMPAÑA Liudmila Alexeeva, presidenta del grupo de Helsinki, dijo que se trató de una beca oficial. "No importa quién firma el pago: la beca fue concedida por la embajada británica. Es una campaña para comprometer a las ONG, dirigida desde el Kremlin según el estilo soviético", dijo Alexeeva a este diario.

Ignatchenko declaró que se investiga "detenidamente" con qué objetivo se financiaban las ONG. El FSB no ofreció pruebas de que alguna ONG estuviera enterada de que recibía dinero del espionaje británico.