En un áspero choque público sobre Irán, la secretaria de Estado Hillary Clinton manifestó ayer su contrariedad en Moscú por el anuncio para este verano de la apertura de una central nuclear de fabricación rusa en Irán. Clinton indicó que enviaría una señal equivocada en un momento en que Occidente está tratando de frenar las ambiciones nucleares del régimen de Teherán.

El primer ministro Vladimir Putin anunció que la planta de la ciudad iraní de Bushehr, retrasada en varias ocasiones, entrará en funcionamiento este verano, aunque no dio una fecha precisa. Sus comentarios, realizados en una reunión de funcionarios nucleares, llegó el día en que Clinton aterrizó en Moscú para apuntalar con los líderes de Rusia acuerdos de desarme nuclear, Oriente Próximo e Irán.

"Creemos que sería prematuro llevar adelante cualquier proyecto en este momento, porque queremos enviar un mensaje inequívoco a los iranís", dijo irritada Clinton tras su reunión con su homólogo de Exteriores ruso, Serguei Lavrov. Este afirmó que la planta de Bushehr jugará "un papel especial" en el mantenimiento de los inspectores internacionales en Irán.

Clinton se convirtió en el segundo mandatario estadounidense en dos semanas en ser sorprendido por malas noticias en plena visita diplomática. El Gobierno israelí anunció la construcción de asentamientos en Jerusalén Este en la visita del vicepresidente Joe Biden para mediar en nuevas conversaciones entre israelís y palestinos. Un alto funcionario de EEUU restó importancia al enfrentamiento, diciendo que no creía que Putin quisiera humillar a Clinton.

Mejor fueron las cosas en el terreno del desarme nuclear. Hillary Clinton declaró que EEUU y Rusia están muy cerca de la firma de un nuevo tratado de reducción de armas estratégicas que sustituirá al anterior Tratado para la Reducción de Armas Estratégicas (START-1), que expiró el pasado 5 de diciembre.