El presidente de Rusia, Vladímir Putin, condenó con fuerza los bombardeos contra objetivos del régimen sirio de Bashar el Asad llevados a cabo por Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. «Con sus acciones, Estados Unidos profundiza la catástrofe humanitaria en Siria, provoca más sufrimiento a la población civil, de hecho complace a los terroristas y provoca una nueva oleada de refugiados desde este país y región», rezaba una durísima declaración difundida ayer por el Kremlin.

Sin embargo, el peligro inmedato de una peligrosa escalada entre las dos superpotencias, la principal preocupación internacional durante los últimos días, parecía conjurado después de que medios rusos, citando a fuentes de Defensa, difundieran que ninguna de las instalaciones militares rusas en el país árabe había sufrido daño alguno durante la operación militar, y que las baterías de misiles S-400 Triumf y Pantsir S-1, que protegen la base naval rusa de Tartus y el aeródromo de Jmeimim, no habían tenido que intervenir.

La cuidadosa elección de sus objetivos por parte de los aliados, así como la contención de los dispositivos militares rusos y la ausencia de bajas en el personal militar de este país desplegado en Siria, permite entrever que la línea de comunicación directa entre los mandos militares de Estados Unidos y Rusia funcionó correctamente, y que muy probablemente el Pentágono proporcionó a sus colegas rusos las coordenadas de los emplazamientos que se disponía a bombardear, tal y como le venía reclamado Moscú.

Rusia, eso sí, prometió, por boca de su embajador ante EEUU, Anatoli Antónov, que la acción militar conjunta de Washington, Londres y París contra su aliado y socio en Oriente Próximo no quedaría «sin consecuencias». Y una de las opciones que baraja como respuesta es la entrega al régimen de Damasco de las avanzadas baterías de misiles S-300, que impedirían o dificultarían enormemente en el futuro una nueva operación aérea militar de Occidente. «Tras lo sucedido, lo estamos contemplando, no solo con Siria sino con otros países», advirtió el coronel-general Serguéi Rudskói.

En el texto que recoge su reacción, Vladímir Putin criticó con dureza el ataque a un país al que las fuerzas militares rusas ayudan, «de forma legítima», a luchar «contra el terrorismo». El líder del Kremlin consideró que, con «esta escalada», se destruía «todo el sistema de relaciones internacionales», al tiempo que rechazó cualquier implicacion del régimen sirio o de sus propias tropas en el bombardeo químico en la ciudad de Duma.

«Sin la sanción del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en violación de la Carta de la ONU, las normas y principios del derecho internacional, se ha cometido un acto de agresión contra un estado soberano que está a la vanguardia de la lucha contra el terrorismo», destacó la declaración. Rusia presentó una propuesta de resolución de condena en el Consejo de Seguridad, que la rechazó.

ÁSPERAS PALABRAS / Tal y como era de esperar, las voces habituales que expresan la posición rusa en los conflictos internacionales dedicaron ásperas palabras a los países que participaron en la operación militar. La portavoz del ministerio ruso de Exteriores, Maria Zajárova, incluso orilló la habitual cortesía que suele presidir las declaraciones de los funcionarios de la diplomacia.

«La capital de un país soberano, que durante años ha intentado sobrevivir, ha sido atacada; hay que ser anormal para atacar la capital de Siria cuando hay una oportunidad para la paz», arremetió en un escrito difundido en su página de Facebook.

El coronel general Serguéi Rudskói, por su parte, se encargó de ofrecer a los medios de comunicación locales y foráneos la versión del Kremlin acerca de la efectividad del bombardeo de EEUU y sus aliados, en una rueda de prensa en el gigantesco edificio del Ministerio de Defensa, a orillas del río Moskova. Según Moscú, gran parte de los misiles disparados por los Ejércitos de EEUU, el Reino Unido y Francia habían sido derribados, en total 71 proyectiles. Y ello, siempre según su versión, con unas defensas antiaéreas sirias que datan de la era soviética, cuyas capacidades prometió incrementar en el futuro.

MONTAJE DE REINO UNIDO / Siguiendo las declaraciones de los últimos días de los responsables rusos, que airean teorías de la conspiración y aseguran que el ataque químico atribuído a Bashar el Asad no es más que un montaje ideado por el Reino Unido para denigrar a Rusia, el presidente del comité de Exteriores del Consejo de la Federación, Konstantin Kosachev, dio a entender que el ataque era un intento de borrar las pruebas de la supuesta impostura británica.