Pasado el impacto que ha supuesto el informe del espionaje que afirma que Irán canceló su programa nuclear militar en el 2003, los actores del pulso atómico desvelaron ayer por dónde irán sus próximos pasos. EEUU, la UE e Israel tienen claro que el informe no cambia nada y que debe continuar la presión sobre Irán, bajo la forma de más sanciones. Rusia y China expresaron reticencias, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ve una oportunidad para el diálogo y el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, cantó victoria y anunció su intención de construir 50.000 centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio.

Consciente de que ya no puede hacer sonar tambores bélicos a cuenta de un programa nuclear militar iraní que su espionaje asegura que hoy no existe, George Bush cambió el envoltorio de su mensaje, pero no el contenido: "Los iranís tienen que tomar una decisión estratégica: ser sinceros con la comunidad internacional sobre el alcance de sus actividades nucleares ... o continuar por el camino del aislamiento". Consecuente, la Casa Blanca anunció que la próxima semana impulsará en la ONU nuevas sanciones al régimen de Teherán.

COINCIDENCIA Sus aliados europeos (Gran Bretaña, Francia y Alemania) se alinearon con Bush, usando el mismo argumento: que Irán está vulnerando dos resoluciones de la ONU que le prohíben enriquecer uranio. "El desafío sigue vigente", dijo el ministro de Exteriores británico, David Miliband. "El informe no cambia nada", remató el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana. El problema es que necesitan a Rusia y China para que las sanciones salgan adelante en el Consejo de Seguridad.

Y estos dos países, que ya apoyaron a regañadientes las sanciones en vigor, no lo tienen claro. El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, apuntó que hay que tener en cuenta el informe, mientras que su colega chino, Yang Jiechi, apostó por el diálogo después de que su embajador en la ONU apuntara que las circunstancias "cambiaron". Mohamed el Baradei, director general del OIEA, dijo que el informe "en cierta forma reivindica" a Irán.

Menos prudente, fiel a su estilo, fue Ahmadineyad, que consideró una "victoria" el informe y anunció que Irán continuará con su programa de enriquecimiento de uranio "para uso civil". Su enemigo en el vecindario, Israel, insiste en que Teherán trabaja para dotarse del arma. Y es que en Tel-Aviv no ha gustado nada el giro que ha dado la situación, que refuerza el papel de Irán como contrapoder suyo en la zona.

Otro damnificado del informe es Bush, a quien ayer la prensa y los demócratas acusaban poco menos de haber intentado repetir con Irán la jugada de las armas de destrucción masiva de Irak y de tener una política exterior desastrosa. Ni siquiera los gestos le salen bien. En un momento en que de Irak llegan noticias al menos no tan malas como no hace tanto, el secretario de Defensa, Robert Gates, visitó ayer por sorpresa el país y dijo que la estabilidad está "al alcance de la mano". Ayer, al menos 23 personas murieron en cuatro atentados en todo el país.