Víctor Manuel de Saboya, hijo del último rey italiano, pisó ayer por primera vez Italia después de más de 56 años de exilio para efectuar una breve visita al Papa. El Parlamento levantó el pasado 10 de noviembre la prohibición impuesta en 1946 a la entrada en el país a los varones herederos de la corona italiana. La casa real de Turín, vinculada con el régimen nazi, abandonó Italia al final de la segunda guerra mundial, después de un referendo popular en el que los italianos optaron por un Estado republicano.

La primera visita a Roma, preludio de su regreso definitivo, duró poco más de cuatro horas y desató varias polémicas, entre ellas, la pretensión de los Saboya, expuesta en una supuesta negociación con el Gobierno, de recuperar sus bienes incautados.

PETICIONES "ILEGITIMAS"

"Cualquier negociación es inaceptable", dijeron ayer Los Verdes, mientras que los socialistas aludieron a "eventuales trueques" con el Ejecutivo de Silvio Berlusconi sobre "peticiones ilegítimas" de los Saboya. Algunos líderes del movimiento antimundialización, molestos por el despliegue oficial con que se acogió a los Saboya, fueron más críticos y comentaron con cinismo: "Tenían que haber regresado a bordo de una patera".

El pasado sábado, el Vaticano, probablemente de acuerdo con el Estado italiano, comunicó a Víctor Manuel la disponibilidad del Papa de recibir a su familia en audiencia privada. "El más bello regalo para esta Navidad", comentó Víctor Manuel.

El hijo del rey Umberto II llegó a primera hora de la mañana al aeropuerto militar de Ciampino, acompañado de su esposa, Marina Doria, y de su hijo, Manuel Filiberto. Este último es conocido en Italia por su participación, desde Suiza, en un programa de la televisión pública (RAI) y por intervenir en la publicidad de unas verduras a la vinagreta.

A su llegada al aeropuerto, a los Saboya les esperaban dos coches oficiales del Vaticano que les llevaron directamente a la plaza de San Pedro. Los tres hablaron con Juan Pablo II durante 20 minutos. "Una entrevista cordial durante la que se felicitaron recíprocamente las Pascuas", aclaró el portavoz del Papa. Juan Pablo II les dijo: "Desde este momento seréis siempre bienvenidos, volved pronto a verme". Antes de regresar a Ginebra, donde tienen fijada su residencia, adelantaron que volverán definitivamente a Italia dentro de un mes y medio.