El expresidente iraquí, Sadam Husein, que lleva 16 días en huelga de hambre, tuvo que ser hospitalizado ayer y alimentado con un tubo, ante el deterioro de su estado de salud, en la víspera de la reanudación de su juicio. La defensa del dictador anunció que mantiene el boicot al proceso contra su cliente y siete excolaboradores por crímenes contra la humanidad. Ayer, el país volvió a sufrir una jornada sangrienta en la que murieron al menos 60 personas y más de 200 resultaron heridas en tres atentados.

El fiscal jefe, Jafar al Musawi, informó ayer de que Sadam está recibiendo atención médica en el hospital, que ingiere alimentos por la boca a través de un tubo y no podrá asistir hoy al juicio. El abogado del dictador, Jalil Dulaimi, acusó al Ejército de EEUU --responsable de la custodia-- de forzar a su cliente a ingerir alimentos en contra de su voluntad, lo que, según declaró, "viola sus derechos". Un portavoz estadounidense dijo que la vida del exmandatario iraquí no corre peligro.

Sadam, de 69 años, empezó la huelga de hambre el 7 de julio para protestar por la forma en que el tribunal, al que califican de "ilegal", está llevando el juicio. También exige mayor protección para los abogados de la defensa.

MAS VIOLENCIA Mientras, la violencia sigue en el país árabe. El atentado más mortífero de los que se perpetraron ayer se produjo en el barrio chií de Ciudad Sadr, feudo del clérigo radical Moktada al Sadr, líder del Ejército del Mehdi. Según algunos testigos, un suicida hizo estallar una camioneta frente a una comisaría y un mercado, lo que provocó la muerte de, al menos, 36 personas y heridas a más de 70. Poco después, estalló otra bomba junto a un edificio del Gobierno y mató a ocho iraquís más. En la ciudad de Kirkuk, otro atentado con explosivos acabó con la vida de 20 personas. Además, 20 cadáveres con signos de tortura fueron hallados ayer en Bagdad.