Una serie de nuevas fotografías y vídeos, mostrando torturas y humillaciones sexuales infligidas a los presos iraquís aún peores a las ya conocidas, avergonzó ayer a la Casa Blanca y validó la predicción del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, de que el escándalo de las torturas empeoraría si llegaban a hacerse públicas.

El diario The Washington Post publicó el primer vídeo y fotografías, acompañadas de las declaraciones juradas hechas por 13 presos iraquís, el pasado enero en Bagdad, ante los investigadores militares. Las víctimas describieron con detalle las torturas y denunciaron que los soldados se divertían mientras las llevaban a cabo, particularmente Charles Graner, uno de los siete procesados que espera un consejo de guerra.

SADICO REPERTORIO Palizas salvajes, humillantes posturas sexuales, sodomías y ataques a presos desnudos o vestidos con bragas, masturbaciones forzadas frente a mujeres soldado, amenazas con perros feroces sin bozal, son algunos de los métodos del sádico repertorio de torturas aplicado en la prisión de Abú Graib. Los presos fueron obligados también a comer alimentos que habían sido tirados a los retretes.

Las declaraciones secretas de las víctimas resultan espeluznantes. Según el detenido 150542, Mustafá Jasim Mustafá, Graner y otros sodomizaron con un tubo fluorescente "a un preso que gritaba pidiendo ayuda". Otro recluso describió cómo a él mismo le sodomizaron con una porra de policía "mientras me sacaban fotos".

Un tercero, el detenido 151108, Kasim Mehadi Hilas, describió cómo un traductor del Ejército violó a un adolescente de 15 o 18 años, también mientras mujeres soldados fotografiaban la escena. "Le hacía mucho daño al chico", dijo Hilas recordando los gritos del muchacho.

El traductor podría ser el mercenario de la empresa Titan Corporation, cuyo nombre no ha sido revelado, que, según The Wall Street Journal , ha admitido haber ayudado a inmovilizar a "presos desnudos, esposados uno a otro y colocados en posturas sexuales". También el general Antonio Taguba, autor de un explosivo informe sobre las torturas, relacionó a cuatro empleados de compañías privadas con los abusos de Abú Graib.

Los torturadores pisotearon las creencias religiosas de los detenidos, forzándoles a comer cerdo y beber alcohol, ambos prohibidos por el islam. "Yo tuve que maldecir mi religión porque me golpeaban en una pierna que tenía rota", declaró el preso 151362, Amín Saed al Sheik. "Me ordenaron que diera las gracias a Jesús por estar vivo", añadió.

Apabullados por la montaña de vergonzantes imágenes, la Administración Bush y los republicanos del Congreso trataron de contrarrestar el impacto enviando a los medios de comunicación vídeos de las brutales torturas --flagelaciones, amputaciones, decapitaciones-- que infligía el depuesto régimen de Sadam Husein, para demostrar que éstas eran mucho peores.