El secretario de Defensa británico, Quentin Davies, reparó el campanario de una de sus propiedades. Cargó los 22.855 euros de la obra a la cuenta de gastos parlamentarios. Davies dice que fue un error, y el primer ministro le mantendrá en el puesto. Gordon Brown le comprende, porque él también pidió los 616 euros que le había costado pintar su casa de verano. David Cameron, líder de la oposición, reclamó 1.200 euros por los intereses de una hipoteca y el jefe de los liberales, Nick Clegg, facturó 1.770 euros en jardinería.

La publicación del último inventario de facturas coincide con las cifras del Instituto de Estudios Fiscales. Sus economistas calculan que cada familia tendrá que pagar 2.700 euros para paliar el alto déficit público. Por ello, los abusos de los políticos resultan aún más intolerables.