Pese a la tempestad, el capitán del barco mantiene firme el timón. En su primera alocución tras el varapalo recibido en las elecciones regionales del pasado domingo, Nicolas Sarkozy interpretó ayer el voto de castigo como una consecuencia de la gravedad de la crisis económica y también como una petición de mayor contundencia en la defensa de los principios republicanos de Francia. Su carta de navegación: moderar la velocidad, pero mantener el rumbo con medidas como la prohibición del burka por ley, "tolerancia cero" con la violencia y reformar la sanidad y las pensiones públicas.

A juicio del presidente, si los franceses han aprovechado su último examen electoral antes de las presidenciales del 2012 para expresar su malestar con un voto de protesta --canalizado por la extrema derecha o batiendo un récord de abstención-- es porque se ha transigido en exceso. "Durante demasiado tiempo la sociedad francesa ha cedido sobre sus valores. Ha dejado que la violencia invada la escuela y que se atente contra la laicidad y la igualdad entre hombres y mujeres. La respuesta es la prohibición por ley del velo integral", sentenció Sarkozy.

La medida se pondrá en marcha esta primavera con la presentación de una propuesta al Parlamento. Sarkozy ya había dicho que el burka no tenía espacio en Francia, pero hasta el momento no se había pronunciado sobre la forma de desterrar esta vestimenta que considera discriminatoria y símbolo de la sumisión de la mujer. Dejó la cuestión en manos de una comisión parlamentaria, que el pasado enero emitió su dictamen aconsejando vetar el velo integral en todos los servicios públicos, pero no en la calle. El Gobierno, por boca de François Fillon, se mostró dispuesto a pasar a la acción, pero Sarkozy se resistía a una prohibición por ley que genera mucha incomodidad en la comunidad musulmana.

LA MUERTE CLINICA No obstante, después de que el Frente Nacional (FN) de Jean Marie Le Pen haya resucitado de la muerte clínica con un discurso muy centrado en el antiislamismo y en la prohibición del burka, el jefe del Estado ha decidido encabezar la cruzada contra este símbolo del integrismo musulmán. Se calcula que unas 2.000 mujeres utilizan esta prenda en Francia.

Acusado de laxismo por la extrema derecha, Sarkozy puso también el acento en la lucha contra la violencia en los estadios deportivos y en las escuelas, una auténtica plaga en los barrios más desfavorecidos. Esta misma semana se han producido nuevos episodios de enfrentamientos entre jóvenes y profesores de un instituto. Para poner fin a esta situación, Sarkozy anunció que los alumnos violentos o conflictivos serán enviados a centros especiales para que no perturben a los demás.

En el discurso que pronunció en el Elíseo ante los periodistas --no aceptó preguntas-- el presidente dijo comprender "la impaciencia" de los ciudadanos "en un contexto de crisis" que "hace la vida muy dura para muchos". Sin embargo, recordó que había sido elegido para "sacar al país del inmovilismo que impedía emprender las reformas necesarias" para mantener la competitividad. Por ello, advirtió de que no piensa dar marcha atrás en reformas que juzga esenciales, como la de las pensiones, que deberá ampliar los años de cotización o la edad legal de la jubilación, que con 60 años, es una de las más bajas de Europa.

"No impondré las cosas, pero dentro de seis meses deberán hacerse las reformas", indicó, después de lanzar mensajes al electorado conservador, como la defensa de la agricultura ante la política europea o la reforma de la medicina de proximidad, con profesionales independientes.