El desfile militar del 14 de julio se celebró ayer en medio del malestar de las fuerzas armadas y con la presencia inhabitual de casi 40 jefes de Estado o de Gobierno que participaron el domingo en la cumbre de la Unión por el Mediterráneo y se quedaron un día más en París para asistir a los actos de la fiesta nacional francesa. El presidente, Nicolas Sarkozy, aprovechó para intentar calmar el malestar que se vive en el Ejército por la reforma que se propone suprimir 54.000 puestos y por las duras críticas que el jefe del Estado a los mandos a raíz del incidente de Carcasona, que llevaron a la dimisión del jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra.

En un mensaje a los militares, Sarkozy les garantiza "toda su estima y amistad", les renueva su "confianza" y les traslada el "orgullo" de los franceses por los "sacrificios que hacen en favor de la paz". Palabras muy distintas de las que pronunció ante el general Bruno Cuche tras el incidente de Carcasona, en el que un sargento utilizó fuego real en un ejercicio causando 17 heridos civiles. Entonces, Sarkozy acusó a los militares de falta de profesionalidad, de ser "amateurs", y exigió responsabilidades en toda la cadena de mando. Cuche dejó su cargo de máximo responsable del Ejército de Tierra.

Sarkozy insiste, no obstante, en la necesidad de modernizar las fuerzas armadas. El ministro de Defensa, Hervé Morin, también se ha sumado a la reconciliación con un elogio de la "profesionalidad" del Ejército.

SIETE DETENIDOS El desfile estuvo marcado por la presencia de los dirigentes euromediterráneos, entre ellos Rodríguez Zapatero, y por las protestas ante la asistencia del presidente sirio, Bashar el Asad, en la misma tribuna que el israelí Olmert, aunque no se saludaron. Siete miembros de Reporteros sin Fronteras, incluido su secretario general, Robert Ménard, fueron detenidos cuando protestaban por la presencia de Asad.