Como en sus mejores tiempos de ministro del Interior, cuando llamó "gentuza" a los jóvenes de los suburbios, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, dijo ayer que "lo que ha pasado en Villiers-le-Bel no tiene nada que ver con una crisis social, tiene que ver con la gamberrocracia".

En una intervención prevista de antemano ante 2.000 gendarmes y policías, Sarkozy abordó la revuelta de la periferia de París cuando la calma ha vuelto ya a las calles, tomadas por un millar de policías, que se mantendrán "varios días", según anunció la ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie. Centenares de personas participaron en una marcha silenciosa en memoria de los dos jóvenes muertos al chocar su moto con un coche policial.

Sarkozy atribuyó el hecho de que los suburbios se hayan convertido en un gueto al tráfico de drogas, que "toma como rehenes a poblaciones enteras", las primeras víctimas de los "gamberros", según él, por lo que anunció medidas para combatir la "economía sumergida".

"Rechazo cualquier forma de angelismo que intenta encontrar en cada delincuente una víctima de la sociedad, en cada disturbio un problema social", agregó Sarkozy. Se felicitó de la política de seguridad llevada a cabo cuando era ministro del Interior, que quiere ampliar ahora, y señaló que la solución para los suburbios no se basa en "destinar más dinero de los contribuyentes", sino en "arrestar a los alborotadores".

INMIGRACION SELECCIONADA Por la noche, en una entrevista en las dos principales cadenas de televisión, reconoció la existencia de un malestar social en los suburbios, pero lo atribuyó básicamente a la "inmigración no controlada" frente a la que propuso la "inmigración seleccionada". Adelantó que el plan que presentará en enero la secretaria de Estado de Política de las Ciudades, Fadela Amara, no se centrará en invertir en la renovación de viviendas, sino en ayudas en formación y empleo para quienes quieran progresar.

En el momento más bajo de popularidad desde que fue elegido, Sarkozy anunció medidas para alcanzar su objetivo del "pleno empleo" y para cumplir su eslógan de "trabajar más para ganar más". Sin suprimir las 35 horas semanales, propuso que se pueda trabajar más horas a cambio de más salario y aseguró que las horas extras de los funcionarios serán mejor pagadas. "No se puede mejorar el poder adquisitivo sin rehabilitar el trabajo".